I.M.
Decepcionó el combate entre Sergio 'Maravilla' Martínez y Vasile Surcica, pero aun así el casi millor de aficionados que se dio cita en Blancadona en la madrugada del viernes al sábado disfrutó de una gran velada de boxeo. Porque, aunque el duelo entre el hispano-argentino y el rumano se tuviera que decidir a los puntos con victoria para el campeón latino debido a la actitud esquiva de un Surcica cuya única intención era llegar hasta el 12º asalto, el pabellón insular acogió boxeo en estado puro. Empezó a vibrar el público local con la presencia en el ring de Miguel Àngel Jiménez, púgil local, que cayó con dignidad ante Kiditu en el tercer asalto a pesar de haberle tenido durante el segundo round contra las cuerdas. El enfrentamiento entre el español Armaro Diallo y el inglés Óscar Hall (super Welter) sirvió como preámbulo al periodo más importante de la velada, televisado en directo para España e Italia y que podrá ser contemplado en más de 50 países debido a su redifusión por Eurosport. Las imágenes de algunos de los lugares más características de la ciudad de Ibiza en las dos pantallas gigantes instaladas en el recinto marcaron el inicio del combate entre el italiano Giacobe Fracomeni y el alemán Andreas Guenther (Crucero). Fracomeni manejó bien el combate durante los dos primeros asaltos, asestando varios golpes que comprometieron la estabilidad de su rival, que aunque se rehizo tras el tercer toque de campana se vio obligado a tirar la toalla por un problema en el escafoide. Pero el duelo más vibrante de toda la noche llegó justo después, con la intensa pelea que protagonizaron el español Karim Quibir López y el italiano Massimo Morra (Gallo). López se impuso a los puntos en un combate en el que los dos púgiles buscaron la victoria en todo momento y dieron un recital de movilidad y pegada. Todo lo que le faltó al combate entre Maravilla Martínez y Vasile Surcica. El rumano -vestido con un pantalón perteneciente a su compañero de gimnasio Jaume Pons tras perder el equipaje- se dedicó a bailar y esquivar los golpes de un Martínez que empezó dando la impresión de que se desharía de él sin problemas pero que se fue deshinchando a medida que pasaron los minutos.