Europa Press|MONTECARLO
El manacorí Rafael Nadal consiguió revalidar su título en Montecarlo, tercer Masters Series de la temporada, a la vez que reforzaba su condición de bestia negra del suizo Roger Federer, al que derrotó en la final por 6-2, 6-7 (2), 6-3 y 7-6 (5) en tres horas y 49 minutos.

Se trata de la cuarta derrota en cinco enfrentamientos que encaja Federer ante Nadal, el último bastión que se niega a reconocer la hegemonía del suizo en el circuito. En esta ocasión, con la tierra batida como aliada, el manacorí puso fin a una racha de 29 victorias consecutivas del suizo en torneos de Masters Series.

Es precisamente la arcilla rojiza el escenario donde el número uno del mundo encuentra más problemas y precisamente donde más fuerza cobra el irresistible atrevimiento de Nadal. Montecarlo, con condiciones similares a la de Roland Garros, el Grand Slam que falta en el palmarés de suizo, se presentaba como una buena reválida para calibrar las opciones de Federer en el torneo parisino.

Las rondas precedentes habían exhibido un Federer sólido y también dominador sobre tierra. Más fino que en anteriores ocasiones había alcanzado por primera vez la final en Montecarlo y en el panorama se divisaba la figura de Nadal como la auténtica prueba del algodón.

Poco más de 40 minutos le bastó al suizo para constatar que la tierra parece un reino lejano de su galaxia, al menos siempre que se encuentre a un Nadal similar al de las dos últimas campañas.

El manacorí ofreció una cátedra de tenis y encarriló el set al hacerse con los cuatro primeros juegos. Un primer set en donde Federer acusaba su falta de paciencia y cometió excesivos errores no forzados, hasta 24, números a los que en ocasiones no ha llegado a la conclusión de un partido.

El tenis de Nadal volvía a desestabilizar a Federer, consciente de que debía cambiar su planteamiento para tener alguna opción, y es que tampoco con su servicio, desde el que edifica habitualmente el ritmo de juego, conseguía controlarlo. Nadal había conseguido tener alguna ventaja en las cuatro ocasiones de las que había dispuesto del saque su rival. El primer favorito en Montecarlo optó por una táctica más agresiva en un inicio de segundo set en donde prevaleció la fortaleza que ambos jugadores mostraron al servicio.

El 'terrícola' Nadal aguardó su oportunidad y esta llegó en el séptimo juego. Un nuevo break que parecía abrirle ya la puerta de par en par. Aunque la presión de Federer era difícil de resistir, incluso para Nadal.

El suizo levantó una bola de set, en el décimo juego, y forzó un desempate en el que apostó por su mayor experiencia. Igualaba el encuentro e incluso tomaba ventaja al hacer la rotura en el juego inicial del tercer set. Nadal demostró que no es un jugador al que el primer golpe le vaya a sacar de un partido.