El Mallorca de Manzano sigue dando la cara. Ayer se quedó con las ganas de hilvanar la mejor serie de resultados de toda la temporada, pero volvió a introducir otro punto en su mochila y conserva intacto el espíritu que ha adquirido desde que se produjo el relevo en el banquillo. El cuadro balear franqueó con entereza los pocos escollos que le planteó el Racing y abandonó El Sardinero con la sensación de que ha elegido el camino correcto. Además, lo hizo apoyándose en un punto que irá ganando trascendencia a medida que se estreche el cerco de la salvación (0-0).

El partido, al menos en su primea mitad, fue tal y como lo había publicitado Manzano durante la semana. Feo, áspero, lleno de interrupciones y practicamente sin porterías. El Mallorca lo había previsto, pero aún así le costó más de veinte minutos enchufarse al encuentro y descubrir sus cartas. Manolo Preciado amontonó hombres en la zona ancha para limitar el suministro balear y tanto Pereyra como Basinas tuvieron que recorrer más metros de los que pensaban para contener los arreones iniciales de los cántabros, que en cualquier caso se diluían como azucarillos en los tres cuartos del campo. Aunque en esa fase del pulso todo sucedió en la zona central, el Mallorca lanzó un aviso por medio de Tuni que acabó convertiéndose en la ocasión más clara de todo el primer tiempo. Un tiro cruzado suyo tras un cambio de juego de Cortés acarició el palo derecho de la portería de Aouate, pero no tuvo continuidad (minuto 3). El Racing por su parte, se fajaba en la sala de máquinas y ponía a prueba la paciencia del Mallorca, pero se le nublaba la vista ante la defensa balear y era totalmente incapaz de hacer algo que valiera la pena.

Poco a poco, los de Manzano fueron imponiéndose en la batalla táctica que se libraba en la medular y le metieron el miedo en el cuerpo al Racing con un dominio territorial que sin embargo, no se tradujo en oportunidades. Curiosamente, la más clara fue para Ballesteros, que estuvo a punto de sacar petróleo de una de sus incorporaciones al ataque. Pero cuando el primer acto agonizaba y se afianzaba la senssación de que los cántabros languidecían, activaron sus mecanismos de autodefensa para poner en aprietos a Toni Prats. Primero con un arponazo de Jonatan Valle desde la corona del área y después con una contra en la que Casquero desperdició una apabullante superiorida numérica. Afortunadamente, el portero mallorquín resolvió ambas acciones con una portentosa exhibición de reflejos. En el segundo tiempo el duelo ganó en vistosidad, pero también alteró los nervios del Mallorca, que pareció más irregular que en los primeros cuarenta y cinco minutos. Los rojillos alternaron una serie de triangulaciones cargadas de veneno con algún que otro despista en defensa que pudo provocar unos daños irreparables.