ESPAÑA: Iker Casillas (-), Salgado (**), Marchena (*), Puyol (**), Del Horno (*), Joaquín (*), Xabi Alonso (*), Xavi (**), Vicente (*), Fernando Torres (-) y Raúl (*).
Cambios: Luis García (*)por Joaquín, Luque (-)por Vicente y Tamudo (*)por Torres.
SERBIA Y MONTENEGRO: Jevric (**), Gavrancic (**), Vidic (**), Krstajic (**), Dragutinovic (**), Koroman (**), Duljaj (**), Stankovic (**), Djordjevic (**), Ilic (**)y Kezman (**).
Cambios: Maric (**) por Koroman, Zigic (**)por Ilic y Kovacevic (-) por Zigic.
Àrbitro: Graham Pool (**). Expulsó al serbio Duljaj por doble amonestación (m.90). Mostró cartulina amarilla a Xabi Alonso, Del Horno, Marchena, de España y a Krstajic, Koroman, Vidic, Djordjevicde Serbia.
Goles:
1-0 minuto 19 Raúl.
1-1 minuto 68 Kezman.
Incidencias: 55.000 espectadores llenaron el estadio Vicente Calderón.
Luis Villarejo|MADRID
Un golpe de fortuna, rubricado por el atlético Mateja Kezman, se alió con la selección de Serbia y Montenegro y complicó la vida de España en su camino al Mundial, cuando España había ganado el pulso a los puntos, con un hermoso gol de Raúl.
No fue justo el castigo que se llevó España en su casa. Eso sí, un despiste, un error de concentración fue suficiente para dar alas a Serbia. Y en la alta competición, eso se paga. En cualquier caso, España recuperó su identidad, no logró ganar, pero con la actitud que exhibió ayer puede seguir soñando con estar en Alemania 2006 en la repesca.
Y es que España fue un ciclón en el primer tramo. Un vendaval que se llevó por delante a Serbia en un primer tiempo de gran fútbol. No fue el año pasado un buen curso de fútbol en la ciudad de Madrid. La gente, por eso, apreció aún más el talento, el ímpetu, la intensidad y el planteamiento de Luis Aragonés, en una noche donde la selección se rehabilitó tras una travesía del desierto que comenzó el día que Portugal mandó a España a casa en la Eurocopa de 2004.
El protagonismo se lo ganó Raúl. El capitán español comenzó a jugar el partido 24 horas antes. Viendo el ambiente de pesimismo que reinaba en la prensa, dio un golpe encima de la mesa en la víspera, mandó un par de recados al pueblo. Y él sólo llenó el campo. «Tranquilos, que vamos a ganar, joder». Ayer, por cierto una pancarta, recordaba este texto en la grada, señal de que Raúl transmite. Sus palabras no son huecas. Y cuando habla, la afición recoge el guante.
Era un partido complicado en el juego aéreo. Vidic y Krstajic, los dos armarios serbios, han protegido al meta Jevric en esta fase de clasificación. No habían encajado un gol. Hasta que apareció Raúl para mandar de cabeza un balón a la escuadra. Xavi, con su visión prodigiosa de este juego, le mandó la pelota al primer palo y allí Raúl fue el corazón de España. La remató con el alma y puso en pie el estadio Vicente Calderón.
Raúl puso genio y españolía. Y hasta algún miembro del Frente Atlético que está harto de que Raúl le amargue la vida con el Real Madrid, cambió el pito por el aplauso cuando el capitán se dirigió a alguno detrás de la portería, les enseñó el escudo y les dijo que hoy todos remaban en la misma dirección.
España firmó un primer tiempo extraordinario. Hubo ritmo, traslación de balón impecable. Todo ello, con Xavi y Xabi Alonso, dos tipos que algún día tenían que explotar. Los dos formarían un tándem impagable en cualquier club del mundo. De hecho, uno juega en el Barcelona y el otro en el Liverpool.
Raúl mandó otro remate de cabeza a los 38 minutos. España merecía más, Iker veía el partido de turista, y sólo faltaba que apareciera con tino Fernando Torres. El chaval se dio un palizón a correr, pero no está certero. No le salen los controles, no ha hecho una buena pretemporada por problemas físicos y en el segundo tiempo, Luis Aragonés le dio descanso y dio entrada a Tamudo.
Serbia buscó la reacción. En fútbol de toque, no podría ganar nunca a España. Así que tiró de su gigante Zigic para intentar cazar algún balón. Serbia, además, comenzó a jugar duro, el partido se puso trabado. Era la única forma que tenía Serbia para detener el fútbol ordenado y vertical de España.
La España de Luis Aragonés manejó bien los dos registros. Cuando tuvo el balón, lo bordó. Cuando hubo que defender, hubo compromiso. Michel Salgado se jugó la tibia. Firmó Salgado un partido soberbio, repleto de garra, de pundonor, y pisando el área contraria sin rubor. Su banda fue un agobio para Dragutinovic. Salgado dobló a Joaquín y al lado del bético merecieron más premio.
Cuando España caminaba con total autoridad, llegó un error en una salida de Iker Casillas, que tras un lío en el área, lo tocó Kezman para hacer un 1-1, que era injusto a todas luces. No merecía ese maltrato España. Había arrasado, aniquilado a su rival, pero un error de concentración lo aprovechó el equipo de Ilija Petkovic para resucitar un partido que lo tenían perdido.
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