Y es que atrás quedan las épocas de gastos desorbitados y de
barra libre en los talonarios fruto de la guerra de las
televisiones por los derechos para las retransmisiones de los
partidos. Ahora en los equipos españoles se impone la idea de traer
menos refuerzos, más contrastados, e intentando controlar el
gasto.
Una filosofía que no afecta al Real Madrid que encabeza todas las
estadísticas de desembolso con una inversión de casi 60 millones de
euros, algo menos de la mitad de la suma del gasto total de todos
los equipos juntos.
Tras dos temporadas en blanco, Florentino Pérez ha desembolsado 59
millones para fichar a dos uruguayos y dos brasileños con aires y
estilos totalmente distintos entre sí.
Pablo García y Diogo, son dos jugadores que llegan con el cartel
de «gladiadores» y que vienen a dotar de carácter y ambición a un
equipo al que en las últimas temporadas se le ha criticado la falta
de garra, mientras que Julio Baptista y Robinho, los brasileños,
son embajadores del fútbol carioca basado en la alegría y la
imaginación.
Pablo García es un mediocentro defensivo que viene para arropar
a la defensa, mientras que Diogo llega para disputar el lateral
derecho con Michel Salgado, un puesto que el año pasado dio muchos
quebraderos y por el que pasaron Raúl Bravo y Celades, pero sin
mucha suerte.
Robinho protagonizó el culebrón del verano, que tuvo su punto
determinante cuando se negó a entrenar con el Santos, su antiguo
equipo y cuando dijo sentirse deprimido por no poder concretar su
fichaje por el club blanco.
Con estos fichajes, el Madrid rejuvenece considerablemente su
plantilla, del mismo modo que tiñe de un marcado acento carioca el
vestuario, con cuatro brasileños en sus filas, además del equipo
técnico liderado por Vanderlei Luxemburgo y Txeira.
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