MACCABI TEL AVIV 90
TAU VITORIA 78

MACCABI TEL AVIV (26+24+15+25):Jasikevicius (22), Parker (12), Burstein (8), Baston (18), Vujcic (13) -cinco inicial-, Kommatos (13), Sharp (0), Halperim (2), Green (0), Dotan (2) y Shelef (0).

TAU VITORIA (15+24+23+16):Calderón (16), Hansen (13), Macijauskas (13), Scola (21), David (4) -cinco inicial-, Prigioni (0), Splitter (6), Vidal (5), Betts (0) y Gabini (0).

Àrbitros:Brazauskas (LTU), Cazzaro (ITA) y Jungebrand (FIN). Excluyeron por personales a Burstein (m.37).

Jorge Muñoa|MOSCÚ

El Maccabi Tel Aviv israelí alzó el título de la Euroliga por segunda temporada consecutiva en Moscú, un logro que el baloncesto continental desconocía desde que la Jugoplastika Split encadenó los títulos de 1989 y 1990, una herencia de gran campeón ante la que el Tau Vitoria luchó con orgullo y honor sin recompensa.

El lituano Sarunas Jasikevicius, ganador del torneo por tercer año consecutivo, guió la nave telaviví al puerto del triunfo por senderos de gloria. El Tau vació el alma y cayó con orgullo ante todo un ganador.

Los hebreos jugaron como una manada de lobos. Pusieron la final de su lado sin hacer concesión alguna a la ilusión del conjunto vasco. El primer cuarto habría acabado con la esperanza de cualquier equipo. El Maccabi en su máxima expresión, rápido, inspirado, inteligente, efectivo. El Maccabi en campeón, el Maccabi que se vio todo el partido desde el salto inicial. Mucho para cualquiera.

La experiencia es un grado y el equipo judío, curtido en muchas batallas, sabía que la presión iba a pesar en las piernas de los jugadores baskonistas. Los mismos hombres que 48 horas antes habían desmantelado al todopoderoso CSKA Moscú, deambulaban a merced de la máquina amarilla.

Con los alaveses perdidos en la tormenta, Arvidas Macijauskas desaparecía en medio de la defensa macabea y ni siquiera la alianza de los seguidores del Panathinaikos griego con la afición vitoriana despertaba a un equipo superado por el entorno y la trascendencia de la cita (26-15 minuto 10).

La presión y los nervios del Tau daban alas al Maccabi, que era una ametralladora. El bloque de Pini Gherson se mostraba casi infalible. Nestoras Kommatos echaba sal en la herida desde los 6'25 metros. Aparte de la madrugadora segunda falta de José Manuel Calderón, vital en el juego alavés, los porcentajes amarillos asustaban.