El tenista manacorí muerde el trofeo conseguido ayer. Foto: REUTERS

Guillermo Coria decía le interesaba un partido largo porque Nadal llegaba más cansado. Quería prolongar el encuentro pero quería llevando la iniciativa en los puntos. Sabía que no tendría opciones por mucho tiempo que pasara en la pista si sólo se dedicaba a correr detrás de los pelotazos demanacorí e intentó dominar. La mayor sorpresa del inicio del encuentro fue el cambio de estrategia de Nadal. Huyó de los intercambios y apostó por buscar puntos ganadores con la primera pelota, sin preparar el punto.

Se estaba asentando el partido cuando Coria soltó el primer zarpazo. En su primera pelota de break rompió el saque de Nadal y tomó ventaja en el marcador (2-3 y saque). Con el 2-4 llegaba la metamorfosis de Nadal. Su cambio fue parecerse a sí mismo. Luchó todas las pelotas, seleccionó sus tiros y le puso corazón, mucho corazón. Con esta receta ganó cuatro juegos seguidos, con dos breaks incluídos, y se anotó la primera manga (6-4).

La racha de buen juego de Rafael Nadal se prolongó al comienzo del segundo set. Ganó su saque (1-0) y tuvo una pelota de break en el segundo juego, pero Guillermo Coria acertó con su globo después de que el mallorquín alcanzara una buena dejada (1-1). En el tercer juego el tenista argentino resucitaba. Se colocó con ventaja para el resto y se estiró al máximo para llegar a una gran derecha paralela del mallorquín. La suerte sonrió a Coria porque su golpe se convirtió en una dejada imposible de alcanzar (1-2).