UNICAJA (23+17+13+27): Risacher (13), Bremer (17), Garbajosa (17), Carlos Cabezas (2), Fran Vázquez (9) -cinco inicial-, Herrmann (7), Pepe Sánchez (4), Tabak (0), Berni Rodríguez (9) y Pietrus (2).
19 de 28 en tiros de 2 puntos, 9 de 14 en tiros de 3 puntos y 15 de 27 en tiros libres.
REAL MADRID (14+20+18+24): Bennett (17), Bullock (28), Sonko (8), Felipe Reyes (2), Burke (8) -cinco inicial-, Fotsis (2), Gelabale (8), Herreros (3) y Hervelle (0).
14 de 28 en tiros de 2 puntos, 10 de 32 en tiros de 3 puntos y 18 de 18 en tiros libres.
Àrbitros: Martín Bertrán, Arteaga y Pérez Pérez. Castigaron con una falta técnica a Sergio Scariolo, técnico del Unicaja, por protestar. Excluyeron por cinco faltas personales a Sonko.
Incidencias: 10.500 espectadores en la final de la LXIX Copa del Rey, disputada en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza.
Unicaja ya es grande. Llevaba tiempo el conjunto malagueño llamando a la puerta. Insistía en hacerse sitio entre los campeones, pero hasta ahora habían sido intentos fallidos. Buenos equipos, buenos extranjeros, buenos entrenadores, pero nada... En Zaragoza cambió su sino. El cuadro andaluz tumbó al Real Madrid en la final y agarró la primera Copa del Rey de su historia, su primer título con rango ACB.
El partido arrancó a velocidad de crucero. Unicaja y Real Madrid se enzarzaron desde el primer minuto en una batalla sin cuartel que se tradujo en diversas alternativas en el marcador. Bullock fue quien catalizó casi todas las operaciones ofensivas de los blancos. Su solvencia desde el perímetro permitió al Madrid coser alguna ventaja en el electrónico (9-11 a los cinco minutos), pero Unicaja no tardó en responder. Sin Walter Herrmann, el héroe de la semifinal, en pista, el cuadro andaluz se apropió del partido apretando los dientes en defensa y rubricando unos porcentajes en ataque excepcionales. Risacher, por fuera, y Fran Vázquez dentro de la pintura, destrozaron al Real Madrid, que buscaba soluciones tirando de Gélabale. Pero nada. Unicaja empezaba a mandar con autoridad y la solvencia de su ataque le disparó en el marcador (23-14 al final del primer cuarto). Reyes y Burke habían empequeñecido ante Vázquez y Garbajosa, y Bullock ya no veía aro con tanta claridad.
Un triple de Bremer en el arranque del segundo cuarto disparó la ventaja de Unicaja hasta los 12 puntos (26-14). El Real Madrid tenía problemas (36-22, minuto 15), aunque acabó encontrando de nuevo a Bullock. Soltó otra vez la muñeca y su equipo levantaba de nuevo la cabeza. Hacía varios minutos que habían aparecido Herrmann, Tabak y Pepe Sánchez y Unicaja estaba fresco. Las prestaciones de su ataque seguían siendo muy altas (75 por ciento de acierto en tiros de 2 puntos y 71 por ciento en triples) y se marchaba al vestuario 6 puntos por encima de su adversario (40-34). El Real Madrid había hecho las cosas relativamente bien, pero en el otro bando casi todo había funcionado a la perfección.
Decidido a convertirse en el hombre de la final, Bullock mantuvo agarrada la brújula del Real Madrid en la continuación. Scariolo volvió a dejar sentando en el banquillo a Walter Herrmann, probablemente por su indisciplina táctica. Su equipo mantenía el aliento, aunque su rival mantenía los ojos fijos sobre su nuca.
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