«El que la sigue la consigue», dijo Zaballa nada más acabar la
etapa, y a fe que es cierto, pues se trata de uno de los corredores
más combativos del pelotón. Este corredor cántabro, habitual en el
sacrificio de las escapadas, en los demarrajes, animador de
carreras, algún día tenía que compensar sus esfuerzos.
Y por fin abrazó la gloria con un premio que le paga todos los
duros entrenamientos propios de un profesional. El día grande en
que pudo levantar en solitario, con tiempo para el festejo, los
brazos al cielo, donde su fallecida madre estaría emocionada viendo
el triunfo de su hijo.
Zaballa, gestor de la escapada buena del día en los primeros
kilómetros junto a 19 corredores más, decidió emprender la aventura
en el km 34 cargado de ilusión y convencido de sus posibilidades.
Con mucha etapa por delante resistió como un jabato y en Collado
Villalba se presentó con un tiempo de 3h.33.32, a una media de
39,900 kms/hora.
El discípulo de Matxín, de 26 años y declarado admirador de
Alejandro Valverde, aventajó en 1.23 a sus ex compañeros de fuga,
donde había algunos nombres de postín, como dos vencedores del
Giro: Cunego y Garzelli. Los favoritos finiquitaron el paseo
mañanero sin arañazo alguno a más de 6 minutos, de manera que
Heras, Santi Pérez, a 1.13 y Valverde, a 2.15 siguen en posiciones
de podio.
Una etapa de transición que no tuvo mayor trascendencia, en
espera de tiempo mejores y más espectaculares con la llegada de la
etapa de los puertos madrileños, donde tendrán que quemar la
pólvora los candidatos a derrocar a Heras. Solo Zaballa salvó la
fecha de no pasar a la historia como un interminable bostezo.
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