Fernando Fernández|ATENAS
Si a alguien le quedaban dudas sobre el estado de Carlos Moyà tras la maratoniana jornada del lunes, el tenista mallorquín se encargó de barrerlas en cerca de una hora. El belga Olivier Rochus no pudo frenar la progresión del cabeza de serie número tres, que se planta en octavos de final y tiene cada día más cerca la posibilidad de colgarse un metal el próximo domingo, cuando el programa de tenis concluya en los Juegos Olímpicos.

La tercera rotura del saque significaba el primer set en blanco de un Moyà que respiraba tras el nerviosismo de su estreno ante Thomas Enqvist.

A Atenas ha llegado con las ideas muy claras un Moyà que dejó sin opciones a Rochus (6-0 y 7-6), reforzado tras dejar fuera del cuadro a Mark Philippoussis. El tenista balear no desaprovechó la primera ocasión que tuvo para romper el servicio de su oponente, que pronto se vio desbordado por el saque imparable de Moyà y unos golpes desde el fondo de la pista que abrieron una brecha insalvable. El segundo break puso 4-0 al español, que evidenció que a día de hoy, y en los Juegos, pocos pueden frenar su servicio. Rochus sólo pudo ganar ocho puntos en la primera manga, en la que Moyà encandiló a la cada vez más numerosa parroquia española que se acerca hasta el complejo.

Los primeros compases de la segunda manga ofrecían un panorama no muy diferente al de los minutos anteriores. Moyà se anotaba el primer juego en blanco, pero Rochus quería también su pequeña dosis de protagonismo dentro del partido. El belga ganó su primer juego tras veintiséis minutos de juego efectivo y marcó su reducido terreno. Lo hizo además de la misma manera que Moyà le había humillado instantes antes. En ese instante, el partido dio un giro radical y los fantasmas de la primera ronda sobrevolaban la pista número dos del complejo tenístico OAKA.

El mallorquín supo como nadie defender su servicio y responder al descaro de su oponente con golpes eléctricos. Pero Rochus sabía que si quería seguir con vida, no podía conceder más licencias a uno de los grandes aspirantes al oro en la capital griega.

Moyà buscaba un nuevo break que encarara una victoria que ya no parecía tan fácil. Empezaba a tener problemas para sacar adelante los puntos y Rochus empe-

zaba a adquirir demasiada confianza. De esta manera, con alternancias en el marcador, pero con la mente puesta en la muerte súbita, ésta llegó. Y lo hizo después de que Moyà dispusiera de un 0-30 con 6-5 a su favor que el belga supo neutralizar en el instante justo para evitar un naufragio antes de tiempo. El desenlace fue el esperado, aunque Carlos Moyà tuvo que sudar para deshacerse por 7-3 de un Rochus que llegó a ponerse dos a cero en los primeros puntos, pero el balear tomó el control de la situación e impidió la sorpresa que pocos esperaban.