A poco más de cuarenta y ocho horas para que la llama prenda en
el pebetero del Estadio Olímpico, Atenas ya respira ambiente de
Juegos. Los más olímpicos de las últimas décadas, pues el
acontecimiento regresa con relativo retraso a sus orígenes y lo
hace para reivindicar la capacidad organizativa de un país y una
ciudad que se han conjurado para silenciar todas aquellas bocas que
auguraban un desastre semanas antes de la puesta de largo del más
notable acontecimiento que Grecia ha albergado en las últimas
décadas. Por ello, no quieren fallar. Saben que todo el mundo va a
estar pendiente de lo que acaezca entre los días 13 y 29.
La jornada de ayer supuso el primer test de entidad para los
organizadores. El considerado como "Día D" resultó ser plácido. La
puesta en marcha al cien por cien del Plan Polidefkis encendió la
luz de alarma en todas las sedes y en el aeropuerto, punto de
llegada de numerosas y variadas expediciones y delegaciones que dan
forma a los Juegos. La estrategia planificada por el Gobierno, con
la colaboración de Alemania, Australia, España, Estados Unidos,
Francia. Gran Bretaña, Israel y el apoyo logístico de la OTAN,
blindará Atenas con el despliegue de misiles "Patriot", aviones
radar Awacs y un nutrido batallón preparado para afrontar cualquier
tipo de ataque.
La sombra del terrorismo no impide que las calles, avenidas,
autovías y edificios de la capital griega no luzcan con orgullo el
emblema de los Juegos de la XVIIIª Olimpiada, una cita de especial
relevancia para el deporte español y balear, que ha pulverizado
todos sus registros -quince deportistas y una larga serie de
técnicos- y se erige en protagonista del evento.
El optimismo es el eje sobre el que se vertebra la labor del
ATHOC, que ha visto como en las últimas horas, la avalancha de
visitantes ha invertido el sino de la venta de entradas. Los 3.638
asientos del velódromo estarán ocupados entre los días 20 y 26.
Pero el resto de instalaciones, caso de los estadios de fútbol, la
sede de hípica o la de béisbol, también contemplan como la venta de
entradas se ha disparado, y con ello el síndrome y la pasión
olímpicas.
Pero esta expresión de unión de culturas que suponen los Juegos
tiene su mejor reflejo y alcanza un grado singular en el encuentro
interreligioso que tiene lugar en Amaroussion. La muestra más
evidente que de hay buena voluntad y no la intención es que Atenas
2004 no sea recordada por el hipotético baño de sangre que algunos
preveían.
Los controles se han incrementado en las terminal del aeropuerto
y las fuerzas de seguridad helenas toman cada rincón susceptible de
ser objetivo terrorista. No en vano, se han destinado 1.200
millones de euros a la partida de seguridad, multiplicando por
cuatro la inversión realizada en Sydney 2000, antes de que el 11-S
alterara los planes del ATHOC.
Pero todo ello no mina la moral del entorno de la familia
olímpica. Más de 11.160 atletas, prodecentes de 202 países ya han
hecho suya la Villa Olímpica, un escenario que provoca la
admiración de todos los que la han visitado, y que ofrece unas
vistas idílicas de la masificada capital, una Atenas que respira
ambiente olímpico en plena cuenta atrás.
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