Aunque el torneo ha contado con la presencia de estrellas
contrastadas del panorama internacional, casi ninguna de las que
estaba previsto que brillara en la competición ha cubierto las
expectativas, y han sido otras en ciernes las que más han captado
la atención del aficionado.
Treinta han sido los partidos disputados hasta la fecha, y
pocos, muy pocos, los que han aportado a la retina de los
espectadores acciones de calidad, puesto que en su mayoría el juego
ha estado casi siempre sujeto a un guión preestablecido y elaborado
en repetitivas sesiones de entrenamiento. Quizá, el que más lustre
aportó al torneo fue la República Checa, con un fútbol alegre,
abierto y directo que motivó que una amplia mayoría de los
aficionados de todas las nacionalidades tuvieran a los checos como
su segundo equipo tras el propio.
Pero el jueves, el equipo de Bruckner se encontró con el muro
del torneo, la Grecia de Rehhagel, un equipo al que la palabra
sorpresa le acompaña desde antes de llegar al torneo y que la ha
agrandado hasta llegar a la final.
El fútbol de laboratorio ha sido el arma con la que Grecia se ha
instalado en la final del torneo, lo que ha supuesto el mayor
impacto de la competición, sólo superable si es campeón.
Ni siquiera aquella Dinamarca del 92 puede ser equiparable a
esta situación, ya que pese a ganar el europeo después de haber
sido invitado para sustituir a Yugoslavia cuando sus jugadores
estaban ya de vacaciones, la selección nórdica tenía un mejor
pasado futbolístico y una mayor calidad tradicional que los
griegos.
Con Otto Rehhagel, seleccionador de Grecia, el guión inamovible
ahoga por completo a la inspiración individual y el que se lo salta
lo paga con el banquillo. Así le ha pasado a Tsartas, jugador
griego que, con permiso de Karagounis, es el futbolista de esta
selección con más creatividad y talento. Una premisa fundamental
manda sobre el resto con Rehhagel: defender con todo sin perder la
concentración en un solo momento, un sistema nada vistoso y menos
agradable para el aficionado pero que, al fin y al cabo, le ha
llevado hasta la final, mientras que el resto de equipos ya
descansa en casa. En la final, Grecia se encontrará con Portugal,
un equipo diferente, con más jugadores de calidad, pero que también
ha hecho del trabajo y el orden su principal argumento.
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