Los jugadores de la selección española junto al técnico Iñaki Sáez, durante la sesión preparatoria que realizó el grupo ayer en el hotel de concentración.

Luis Villarejo|GUIMARAES
Iñaki Sáez quitó una hoja más al calendario hacia la Eurocopa y lo hizo convencido del papel que va a adquirir Vicente en este torneo, un campeonato en el que España necesita perfeccionar sus acciones de estrategia a balón parado. España se entrena bien. O mejor dicho, muy bien. Los exámenes previos indican que esta selección se encuentra a un nivel superior al que llegó al último Mundial. No sólo físicamente, sino también de moral. Y eso se nota en la intensidad de los ensayos. Sáez esbozó una sonrisa ayer porque vio a Vicente recuperado de su dolencia muscular que le impidió jugar ante Andorra en Getafe.

En los clubes cuando alguien llama tarde, tienen que pagar multas que luego se abonan en copiosos almuerzos y cenas. Aquí, en la selección, como están concentrados y el avituallamiento está cubierto, quien no llega a la hora abona un puñado de euros para comprar lotería.

A Sáez sólo le salen halagos cuando nombra a Vicente. Piensa en él como la revelación de la Eurocopa. De su talento depende también que España traspase la frontera que separa el éxito de la decepción. Y es que Vicente, además de su velocidad y capacidad para encarar en el uno contra uno, es candidato a tirar penaltis, una asignatura pendiente habitualmente en estos últimos años. No le fue bien a España en este apartado en el Mundial de Corea y Japón, Baraja erró el suyo en el último amistoso, y Sáez quiere más práctica.

Ayer tarde Sáez a puerta cerrada perfeccionó lanzamientos de falta y penaltis, una faceta donde en las últimas horas destacan aquellos jugadores que lanzan sin presión sabiendo que en un partido oficial difícilmente les tocará tirarlos. Son los casos de Puyol y Raúl Bravo, que definen sin angustia.

El verano apareció ya en el hotel Da Falperra, en un campo anexo con un césped tupido y cuidado, algo estrecho, pero cómodo para trabajar a diario. Fernando Morientes y Raúl Bravo llegaron cinco minutos tarde a la sesión. Los demás compañeros les recibieron en el campo con una sonora ovación, con unas palmas que al final se convirtieron en un toque flamenco, con Joaquín al frente.

Los internacionales se dedicaron en un buen tramo del entrenamiento matinal a hacer sudar a Iker, Cañizares y Aranzubía, que se emplearon a fondo ante las acciones a balón parado que a modo de bombardeo les llegaron especialmente de aquellos tipos que mejor toque poseen. Xavi, Capdevila, Vicente, Morientes, Xabi Alonso, Raúl o Valerón mostraron su toque.

A Sáez se le ve a gusto. Aunque ha mostrado muy pronto sus cartas, enseñando ya desde hace una semana el equipo titular que debutará ante Rusia el sábado en Faro, curiosamente a los en teoría se denominan suplentes no se les ha venido el mundo encima. Todo lo contrario. Están picados. Se puede ver a Luque, por ejemplo, muy comprometido con el equipo. Luque no se corta. Cuando Sáez ejerce de árbitro en los entrenamientos, le echa la bronca al seleccionador si éste se confunde y pita que un balón ha traspasado la raya de banda. A Sáez le encanta ese comportamiento visceral. ¿Por qué?. Entiende que con la marcha por lesión de Míchel Salgado, al equipo le hace falta un plus de «mala leche», un carácter que aporta día a día por ejemplo también David Albelda.