En los clubes cuando alguien llama tarde, tienen que pagar multas
que luego se abonan en copiosos almuerzos y cenas. Aquí, en la
selección, como están concentrados y el avituallamiento está
cubierto, quien no llega a la hora abona un puñado de euros para
comprar lotería.
A Sáez sólo le salen halagos cuando nombra a Vicente. Piensa en
él como la revelación de la Eurocopa. De su talento depende también
que España traspase la frontera que separa el éxito de la
decepción. Y es que Vicente, además de su velocidad y capacidad
para encarar en el uno contra uno, es candidato a tirar penaltis,
una asignatura pendiente habitualmente en estos últimos años. No le
fue bien a España en este apartado en el Mundial de Corea y Japón,
Baraja erró el suyo en el último amistoso, y Sáez quiere más
práctica.
Ayer tarde Sáez a puerta cerrada perfeccionó lanzamientos de
falta y penaltis, una faceta donde en las últimas horas destacan
aquellos jugadores que lanzan sin presión sabiendo que en un
partido oficial difícilmente les tocará tirarlos. Son los casos de
Puyol y Raúl Bravo, que definen sin angustia.
El verano apareció ya en el hotel Da Falperra, en un campo anexo
con un césped tupido y cuidado, algo estrecho, pero cómodo para
trabajar a diario. Fernando Morientes y Raúl Bravo llegaron cinco
minutos tarde a la sesión. Los demás compañeros les recibieron en
el campo con una sonora ovación, con unas palmas que al final se
convirtieron en un toque flamenco, con Joaquín al frente.
Los internacionales se dedicaron en un buen tramo del
entrenamiento matinal a hacer sudar a Iker, Cañizares y Aranzubía,
que se emplearon a fondo ante las acciones a balón parado que a
modo de bombardeo les llegaron especialmente de aquellos tipos que
mejor toque poseen. Xavi, Capdevila, Vicente, Morientes, Xabi
Alonso, Raúl o Valerón mostraron su toque.
A Sáez se le ve a gusto. Aunque ha mostrado muy pronto sus
cartas, enseñando ya desde hace una semana el equipo titular que
debutará ante Rusia el sábado en Faro, curiosamente a los en teoría
se denominan suplentes no se les ha venido el mundo encima. Todo lo
contrario. Están picados. Se puede ver a Luque, por ejemplo, muy
comprometido con el equipo. Luque no se corta. Cuando Sáez ejerce
de árbitro en los entrenamientos, le echa la bronca al
seleccionador si éste se confunde y pita que un balón ha traspasado
la raya de banda. A Sáez le encanta ese comportamiento visceral.
¿Por qué?. Entiende que con la marcha por lesión de Míchel Salgado,
al equipo le hace falta un plus de «mala leche», un carácter que
aporta día a día por ejemplo también David Albelda.
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