El Tour del centenario no está sentenciado después de 15 etapas
y superadas las principales etapas de montaña en Alpes y Pirineos,
algo que resulta noticioso en la era Armstrong, acostumbrado a
sentenciar la carrera con antelación. El estadounidense solo ha
dictado unan lección majestuosa, en Luz Ardiden después de superar
una caída, pero no definitiva.
El pronóstico apunta al ciclista texano, pero el precedente de
la contrarreloj de Saint Dizier de 48,5 kms, con la misma distancia
que la del próximo sábado, y en la que Ullrich revolucionó el Tour
con una concluyente victoria con 1:36 minutos sobre Armstrong, ha
abierto el debate y las apuestas.
El estadounidense asegura que ha mejorado su forma y ha sido el
último en golpear. Espera sentenciar y meterse de lleno en el club
de los 5 Tours junto a Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard
Hinault y Miguel Indurain.
El alemán aceptó la superioridad de su rival en las rampas de
Luz Ardiden y anunció que «quedan esperanzas en la última
contrarreloj», donde intentará hacer valer su doble título mundial
de la especialidad.
En un Tour en el que afloran los momentos históricos por el
Centenario viene a la memoria el duelo entre el estadounidense Greg
Lemond y el francés Laurent Fignon en 1989.
En la última etapa, contrarreloj Versalles-París, de 24,5 kms,
Lemond se impuso a su rival y acabó de amarillo por 8 segundos
después de rodar a 54,545 kms/hora, récord de velocidad en una
prueba cronometrada superior a los 20 kms. Utilizó un desarrollo de
54x12.
Si la etapa que sale de Pirineos no lo remedia, la tercera plaza
del podio parece decantada del lado del kazako Alexandre Vinokurov.
El corredor del Telekom cuenta con un margen de 2:31 respecto al
cuarto, el español Haimar Zubeldia y de 2:40 con el quinto, el
también español Iban Mayo, ambos del Euskaltel. Los españoles
afrontan el tramo final del Tour con un balance de tres victorias
de etapa y 4 corredores en el «Top ten» de la general.
Los equipos dedicaron la jornada de descanso a recuperar las
maltrechas fuerzas después de las etapas más duras de los Pirineos,
aunque no faltó un ligero entrenamiento que en estos casos nunca
suele exceder de las dos horas.
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