Ni el frío ni las condiciones del terreno de juego deben servir
como excusas para un equipo, el español, que se desenvuelve mejor
en otras circunstancias, pero que es consciente de que las
adversidades están para superarlas, y más con el premio que hay en
el horizonte. No obstante, no deja de ser cierto que el estado del
césped marcará la forma y hasta las armas de España para medirse a
un oponente más complicado de lo que puede parecer, que tiene como
adalid al delantero milanista Andrei Shevchenko, todo un
especialista en dar quebraderos de cabeza al fútbol español.
Ucrania, con Shevchenko y Sergei Rebrov -si no se resiente de sus
problemas musculares- a la cabeza, tiene el gran sueño de
clasificarse por fin para una gran fase final después de caer en
las tres últimas repescas (Mundiales de Francia 98 y Corea/Japón
2002 y Eurocopa Bélgica/Holanda 2000), y eso que en el inicio de
esta fase tan solo conoce una gran alegría, la de su victoria ante
Grecia en el Olímpico, porque decepcionó con sus empates en Armenia
e Irlanda del Norte.
El encuentro podría considerarse un duelo entre Shevchenko y
Raúl González, el capitán y gran alma del cuadro de Sáez, pero
ambos han dejado claro que aunque puedan ser catalogados como
referencias ineludibles disponen de compañeros con capacidad y
calidad suficiente para decantar el partido. Ambas zagas pondrán,
no obstante, especial atención en contener a estas dos estrellas
del balompié europeo y mundial, pero sin descuidar un ápice al
resto. España, dependiendo de cómo esté el terreno, debería imponer
su teórica superioridad.
Sáez ha recalcado estos días a sus jugadores los defectos
cometidos principalmente en tareas atacantes, donde en determinados
encuentros ha carecido de la precisión necesaria para solventarlos
con más autoridad y calma. La faceta defensiva, comandada en la
medular por el doble pivote valencianista Albelda-Baraja.
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