1 MILÀN: Abbiati; Helveg, Simic, Maldini, Kaladze; Dalla Bona, Pirlo, Serginho; Rui Costa; Shevchenko y Tomasson.
Cambios: Filippo Inzaghi por Rui Costa y Aubame por Kaladze.
2 DEPORTIVO: Juanmi; Scaloni, Héctor, Romero, Capdevila; Mauro Silva, Sergio; Makaay, Fran, Luque y Tristan.
Cambios: Amavisca por Luque, Acuña por Fran y Duscher por Makaay.
Àrbitro: Michael Riley (ING).
Goles:
1-0, minuto 33, Tomasson.
1-1, minuto 58, Tristán.
1-2, minuto 72, Makkay.

EFE-MILÀN
El Deportivo de La Coruña hizo lo que debía y con un triunfo en terreno de un Milán ya clasificado (1-2), logró su pase a la segunda ronda de la Liga de Campeones, sin tener que apelar al regalo del Bayern de Munich. Bloqueada la creación de Pirlo, el Milán se mostró como un equipo perdido, sin ideas ni espíritu, con un Rui Costa vagando por tierra de nadie y un Shevchenko muy sólo y desasistido. Bien es verdad que sólo se jugaba el prestigio. Casi al mismo tiempo en que llegó la noticia del primer gol del Bayern Munich sobre el Lens, que clasificaba al equipo coruñés aún perdiendo, el Deportivo empezó a coger con mayor criterio el control del balón, a buscar las bandas y a acercarse con peligro sobre la meta milanista.

Pero lo peor para el Deportivo después, cuando Tomasson ganó la acción a su marcador y remató picado un buen centro de Kaladze ante el que nada pudo hacer Juanmi. El equipo de Irureta, pese a su 57 por ciento de posesión del balón en la primera mitad, sus cinco saques de esquina (ninguno el Milán), sus siete disparos, se estaba matando solo, jugaba con fuego, por mirar excesivamente de reojo a Munich. La segunda mitad se inicio con una amenazadora niebla bajando sobre el estadio, que llegó acompañando el empate del tanto del Lens en Munich y el peligro de que un nuevo tanto francés dejará ya fuera al Deportivo.

Poco después, Irureta quitó a Luque y sacó a Amavisca en el deseo de recuperar la banda. Y a la postre fue esencial, pues despertó el Deportivo y casi al instante logró la igualada con un impresionante punterazo desde fuera del área de Tristán, que dobló los dedos a un Abbiati que sólo pudo tocar el esférico. El equipo coruñés dejaba de pensar en Munich y se volvía a centrar algo más en el césped del San Siro. Y consiguió su premio en una acción cuyo gran mérito fue para Amavisca, que robó un balón en el centro del campo y lo pasó rápidamente hacía el desmarque central de Makaay, quien ganó por velocidad a su marcador y no perdonó ante Abbiati.