Las lágrimas del escocés Sam Torrance, capitán europeo, estaban
más que justificadas cuando observó que el irlandés Paul McGinley,
uno de los cuatro debutantes, había embocado un «putt» de 4 metros
en el «green» del 18 para empatar con Jim Furyk y dar el medio
punto necesario para el triunfo. Fue una victoria demoledora de un
domingo memorable. Europa sólo sumó dos partidos perdidos de los
doce en juego, y ganó con un margen de 3 puntos, lo que no ocurría
desde 1985 cuando Europa ganó por 4 de diferencia (16'5-11'5)
precisamente en este mismo escenario.
El sueño de Torrance se había hecho realidad. Casi no pudo
reaccionar ante el acierto final de McGinley. Al tiempo, el grupo
de jugadores europeos saltaron del césped que rodea al «green» para
abrazar al irlandés. Su «putt» final pasará a la historia. Europa
recuperaba la Copa Ryder aplazada por los atentados del 11-S y que
perdió en Brookline en 1999, esta vez en medio de un ambiente de
máxima deportividad.
No obstante, Torrance, tras el empate a 8 puntos de la víspera,
manejaba una estadística preocupante. De los 7 últimos partidos de
individuales en Copa Ryder, los Estados Unidos habían ganado 6.
Sólo en 1995 la jornada dominical fue ganada por Europa.
El capitán europeo arriesgó y se jugó el todo o nada en los 6
primeros partidos. En ellos colocó a sus pesos pesados:
Montgomerie, García, Clarke, Langer, Harrington y Bjorn. Los cuatro
debutantes iban detrás y el desdibujado Parnevik como cierre, con
Tiger Woods.
Su homólogo Curtis Strange repartió a sus hombres, con una traca
final reservada. Davis Love III, Phil Mickelson y Tiger Woods
cerraban la lista para los individuales.
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