71 ESPAÑA: (26+18+14+13): Rodríguez (9), Navarro (13), Jiménez (5), Gasol (25), Garbajosa (11) "cinco inicial", Angulo (1), Marco (3), Alfonso Reyes (0) y Paraíso (4)
69 YUGOSLAVIA: (10+19+23+17): Jaric (6), Bodiroga (16), Gurovic (7), Tomasevic (6), Drobnjak (7) "cinco inicial", Rakocevic (0), Divac (2), Radmanovic (2), Vujanic (7), Stojakovic (16) y Cabarkapa (0).
Àrbitros: Brazauskas (LTU) y Mercedes (DOM). Excluyeron por personales a Divac y Divac Señalaron técnica a Gurovic y a Paraíso.

Jore Muñoa (Efe) - INDIANÀPOLIS
Predrag Danilovic, campeón de casi todo con Yugoslavia en su época de jugador, asimiló muy mal que Yugoslavia perdiese por tercera vez en competición oficial ante España y culpó a la FIBA de la derrota de su equipo, pero lo cierto es que la selección española puede hacer historia en este Mundial después de imponerse contra pronóstico a los vigentes campeones mundiales con un partido para enmarcar.

El baloncesto español disfrutó de momentos mágicos en el RCA Dome. El juego del equipo nacional rayó la perfección destiló intensas sensaciones de dureza mental, calidad individual, espíritu colectivo y tremenda ambición en una cita donde sólo los grandes son capaces de brillar. España tenía delante a los actuales campeones del mundo, un equipo de otro galaxia, con cinco hombres enrolados en la NBA "Predrag Stojakovic, Marko Jaric, Vlade Divac, Predrag Stojakovic y Vladimir Radmanovic", con el jugador más valioso de la última Euroliga -Dejan Bodirogay con una capacidad física y técnica que le colocan al mismo nivel que el combinado profesional estadounidense de George Karl.

El simple hecho de aguantarles el pulso ya es todo un logro para cualquier selección. Jugarles de tú a tú un honor y, como hizo España, superarles hasta por diecinueve puntos (39-20 m.16), resistir sus embestidas en los angustiosos minutos finales y, encima, ganarles, toda una quimera. España llegó a tal punto que les llevó incluso al desconcierto. Milan Gurovic perdió los nervios a los tres minutos. Le cayó la técnica y el partido apenas había comenzado. Dos después, el marcador reflejaba un sorprendente 12-4 y en la grada el panorama ofrecía un rosario de bocas abiertas entre los aficionados yugoslavos y, desde luego, también entre los españoles.

Yugoslavia no sabía lo que hacer y recurrió al mortífero Stojakovic. Pues nada, Juan Carlos Navarro le recibió con un triple en su misma cara. España parecía tocada por los ángeles, pero el secreto estaba en una defensa directamente sacada del manual y en la mentalidad de un grupo que quiere ganar a toca costa o, mejor dicho, que sólo sabe jugar para ganar, sin importarle quien esté enfrente. Yugoslavia se frotaba los ojos al final del primer cuarto: 26-10. El técnico ´plavi´ sufría en el banquillo. Nada funcionaba según lo previsto porque lo previsto no era tener a la selección de Javier Imbroda diecinueve puntos por delante (39-30). Pau Gasol campaba a sus anchas y ponía todo su talento al servicio de un equipo atrevido, plenamente consciente de lo que hacía y sembrado en defensa.

Pero los títulos de los yugoslavos nada tiene que ver con la casualidad. Yugoslavia es Yugoslavia porque dispone de todo lo que uno puede pedirle a un equipo de baloncesto. Pesic lanzó primero a una batería de hombres pequeños para compensar el acierto exterior español. Luego recurrió a la presión por todo el campo. Poco más tarde a un quinteto con cuatro de los hombres que juegan en Europa, más familiarizados con las características de los españoles. Para ganar a los yugoslavos es necesario rendir a un 120 por cien desde el primer segundo. Hace falta rendir sin un solo error, soportarlo todo con nervios de acero y, desde luego, contar con los hombres capaces de hacerlo.

El resurgimiento de los actuales campeones iba a suceder antes o después y, paso a paso, con un poco de esto y otro de aquello, con los tiros de Stojakovic, el oficio de Divac, la puntería de Milos Vujanic -tremendo en los triplesy una obsesiva persecución a Pau Gasol cada vez que recibía el balón, Yugoslavia dio la vuelta al marcador a falta de seis minutos: 58-59. La sombra de la derrota oscurecía el desenlace de un extraordinario partido de la selección española. Pero España aguantó, no se descompuso, siguió con la frente alta y dispuesta a dejar hasta el último jirón de piel en el campo y tocó la gloria, ganó a todopoderosa yugoslavia.

Dos triples de Carlos Marco dieron la puntilla al equipo de Pesic. Dos triples y un par de faltas de margen antes de llegar al bonus de los tiros libres que permitieron frenar la última carga de Yugoslavia. España lo logró pese a dos tiros libres desperdiciados a falta de veintisiete segundos por Gasol. Sin embargo, Bodiroga tampoco acertó y, ahora, España jugará con el camino hacia la plata más despejado que nunca, ya que Yugoslavia, después de esto, quizá vea a los americanos antes de lo esperado: en semifinales.