El que tiene apariencia de saberlo todo después de casi 130
partidos con la selección lleva el número 20 y el otro, el único
jugador coreano que ha logrado afianzarse en el fútbol europeo, va
con el 9, que en Corea también está reservado para los
goleadores.
Hong piensa, ordena, grita y juega con una suficiencia ante la
cual no hay coreano que se resista al elogio y a la idolatría, y el
otro es todo velocidad, vigor, sorpresa y resistencia física.
Hong es un defensa libre que se ha convertido en un jugador
emblemático en el equipo que dirige Guus Hiddink, por su solidez y
su elegante estilo de juego, atributos por los cuales ha sido
señalado como uno de los mejores jugadores asiáticos de los últimos
años. Nacido en Seúl hace 33 años (los cumplió en febrero), Hong
fue delantero en su adolescencia, lo cual le permite destacarse en
su carrera profesional como un defensa de continuas incursiones en
las áreas adversarias, donde expone con naturalidad recursos con el
balón que superan la media del fútbol asiático.
Seol también es oriundo de Seúl, cumplió 23 en enero pasado, es
delantero del Anderlecht belga (antes jugó en el Amberes) y Guus
Hiddink cree firmemente en las posibilidades que tiene, por sus
características, de lograr resultados sorprendentes en este
Mundial, en el que la trepada coreana a cuartos ya es una
hazaña.
Su carta de presentación en el Mundial, la misma que utilizan
los intermediarios en estas épocas de receso y negociaciones en
Europa, indica que ha jugado ya 30 partidos con la selección de su
país, con la que ha marcado nueve goles, y que en la reciente
temporada en Bélgica marcó 10 en 25 encuentros. Hiddink es el
hombre señalado como el responsable del éxito de esta mixtura de
madurez e impulso juvenil.
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