El entrenador de los Nets de New Jersey, Byron Scott, que fue
compañero de O'Neal y de Bryant, cuando llegaron a los Lakers,
intentó la misión imposible con los hombres altos de su equipo, el
pívot Todd MacCulloch, Aaron Williams y Jason Collins, pero nada
pudieron hacer para evitar que el ataque de Shaq fuese mortífero.
El poder físico de O'Neal se impuso en todo momento y especialmente
en el cuarto periodo cuando el marcador estaba más igualado y los
Lakers necesitaban los puntos decisivos, que siempre consiguieron
de su líder.
«Era la primera opción en el ataque y por eso me dieron los
balones dentro del área para que consiguiese romper la defensa de
los Nets», declaró O'Neal, que aportó 14 tantos en el cuarto
periodo, ocho logrados desde la línea de personal. O'Neal anotó 21
tiros libres, 16 en los últimos doce minutos del partido y, en la
primera parte, cuando los Lakers se situaron con 23 puntos de
ventaja, su pívot estrella había encestado ocho tiros consecutivos
de campo. «Siempre he dicho que para frenarme, cuando estoy con el
balón controlado bajo los aros, la única manera de hacerlo es con
personales», destacó O'Neal. «Logramos la victoria y eso era lo
único que queríamos», añadió.
O'Neal no sólo le dio el triunfo a los Lakers para que se
colocasen con ventaja de 1-0 en la serie, que disputan al mejor de
siete partidos, sino que además definió su presencia como el gran
dilema que los Nets deben superar.
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