Jorge Muñoz (Efe) MADRID
La contumaz historia de derrotas que el Estudiantes cargaba en la mochila para jugarse el último y definitivo pulso de cuartos contra el Real Madrid, que comparecía con el prurito de permanecer invicto después de catorce partidos, acabó con la primera victoria colegial del playoff en pista blanca y los chicos del Instituto Ramiro de Maeztu clasificados para semifinales, donde ya esperaba el Unicaja.
La serie terminó, después de todo, con un choque fuera de guión. La heterodoxia cedió, por fin, en favor del rigor académico. No era cuestión de jugar con algo tan serio como unas semifinales por el título y todos se ajustaron al manual para afrontar la última oportunidad. La disciplina supuso un descenso radical de velocidad, el arma que mejor le ha venido siempre al Estudiantes, pero el más cómodo sobre la pista volvió a ser el cuadro de José Vicente Hernández.
El banquillo local saldaba cuentas "la primera con Tarlac, apartado del quinteto después del empate de Vistalegre", y relevaba al primer error. El visitante daba cuerda y confianza. Alberto Angulo sofocó el fuego en el primer cuarto, mientras los estudiantiles tomaban la medida al rival y a la grada. Les dio tiempo de sobra a aclimatarse sin que enfrente asomase ningún síntoma de estabilidad, sólo ramalazos individuales, y a partir del minuto trece un Estudiantes académico empezó a dominar con la misma sobriedad que lo hace el de la inspiración, el que juega los momentos difíciles en versión libre.
La mano dura impuesta en la rotación madridista no había conseguido que Tarlac y Struelens dieran contundencia a la zona. Los colegiales estaban haciendo bien su trabajo. Con los pivots blancos fuera de onda, sus posibilidades aumentaban geométricamente. En el segundo cuarto les borraron del mapa y los del Ramiro abrieron brecha (32-40). Luego, un par de triples del estadounidense Marlon Garnett al principio del tercero colocaron la eliminatoria en suerte. Once puntos de diferencia para el equipo visitante y diecisiete minutos por delante daban la dimensión exacta de una situación plasmada en sensaciones de signo opuesto (45-56).
La presión apretaba el cuello del Madrid. La ambición daba alas al Estudiantes. En medio, una figura clave: Azofra. La retirada del base azul al banco alimentó, por enésima vez en la serie, la recuperación del Madrid. Los blancos volvieron a respirar con Azofra en la banda. Anotaron un parcial de 14-3 y taparon el agujero (59-59), pero sin rematar la faena. Garnett y dos contragolpes devolvieron la baza psicológica al equipo colegial.
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