Este habanero nacido el 17 de diciembre de 1972 pasa por ser uno
de los atletas más fiables y exitosos de los últimos años. De
hecho, no ha perdido una gran competición desde 1997. En Sydney
logró el último oro que le faltaba, el olímpico, pero en su ya
extensa carrera acumula cinco títulos mundiales bajo techo
(Toronto'93, Barcelona'95, París'97, Maebashi'99 y Lisboa'01),
cuatro al aire libre (Gotemburgo'95, Atenas'97, Sevilla'99 y
Edmonton'01) y dos Panamericanos (Mar del Plata'95 y Winnipeg'99),
entre otros logros. En esta oportunidad no tuvo que sufrir como en
Sevilla o Sydney, donde Yago Lamela y el australiano Jai Taurima,
respectivamente, lo forzaron a sacar sus grandes dotes de
competidor.
Pedroso recogió con ese salto el testigo del estadounidense Carl
Lewis, que se había colgado el oro olímpico de longitud desde
Barcelona'92. En ese momento alejó muchos fantasmas, esos que tenía
por haberse quedado a las puertas del podio en los Juegos españoles
cuanto tan solo tenía 19 años, y por aquella lesión que le impidió
llegar en forma a Atlanta´96, donde tan solo fue duodécimo. Los
propios técnicos cubanos opinan que Pedroso no tiene el somatotipo
ideal para el salto -mide 1'76 y pesa 70 kilos-, pero su cuerpo
posee la flexibilidad y la fibra del saltador nato que le permite
estirarse en el aire.
Pedroso ha alcanzado todos sus títulos y una marca oficial de
8'71 metros que le sitúan en el séptimo lugar de todos los tiempos,
aunque en 1995 saltó en Sestriere 8'96 que hubieran sido récord
mundial si la IAAF no hubiera anulado la marca por irregularidades
en la medición del viento. Se marchó un centímetro más allá que
Powell. Tras un largo contencioso y varios recursos, la IAAF
decidió que un árbitro se había situado ante el medidor de viento,
por lo que el récord carecía de validez.
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