Así, gallegos y aragoneses acuden otra vez de la mano a una
nueva cita con la historia en la reedición de la final jugada por
ambos en 1994 en el Vicente Calderón de Madrid, que pudo ganar
cualquiera, aunque acabó con empate a cero y con el triunfo por
penaltis de un Zaragoza que al año siguiente conquistó la Recopa.
Curiosamente, Víctor Fernández, actual técnico céltico, dirigía
entonces al Zaragoza, en tanto que también defendía otros colores
el defensa argentino del Celta Fernando Cáceres, que fue campeón
con los zaragocistas. Pocos son los otros supervivientes de aquella
final: Aguado y Juanmi por parte maña, y Berges por parte
viguesa.
El Celta ha hecho una gran segunda vuelta de Liga, a diferencia
del Zaragoza, que no logró la permanencia hasta la última jornada,
y afronta la final -la tercera que se jugará en Sevilla y la
segunda en el Olímpico tras la de 1999 con el reto de inscribir por
primera vez su nombre en el palmarés copero. En el club vigués hay
urgencia histórica por haber perdido las dos únicas finales que ha
jugado: en 1948 (ante el Sevilla) y 1994 (Zaragoza). Los celestes,
que al final jugarán con su equipación habitual, por el rechazo de
la afición a hacerlo con la roja y blanca que se estrenará como
segunda vestimenta la próxima campaña, saben que están ante una
oportunidad única de tomarse la revancha.
El Celta ha ganado la primera batalla, la de las gradas, pues la
afición céltica contará con 22.00 seguidores en Sevilla y doblará
en número a los 11.000 zaragocistas que se han desmarcado de la
poca expectación que en Zaragoza ha tenido la venta de entradas
para la novena final copera en la historia del equipo maño. Las
lesiones y sanciones privarán al conjunto que dirige Víctor
Fernández del concurso de Jesús Mora «Jesuli», y del yugoslavo
Goran Djorovic, manteniendo la incertidumbre sobre Gustavo López,
Vagner Rogerio y Luis Eduardo Schmidt «Edu». El Celta rechaza de
plano la vitola de favorito que se le quiere trasladar desde
Zaragoza y su técnico ha recalcado que ganará el equipo que salga
sin miedo a perder.
El Zaragoza prefiere partir como «víctima» aunque los maños
también llegan a Sevilla en la encrucijada, pues se juegan el que
su «annus horribilis» en Liga, en la que han rozado el abismo hasta
el final, pase a ser recordado como el del quinto título de Copa.
El Zaragoza intentará imponer su bagaje triunfal en este torneo, en
cuyo escalafón histórico es el sexto mejor equipo, con cuatro copas
ganadas en ocho finales jugadas. El equipo de Luis Costa, que,
igual que Víctor Fernández, sabe también lo que es ganar una Copa
como técnico del Zaragoza, la de 1986, podrá contar finalmente con
el central Paco. Los zaragocistas tienen las bajas del lesionado
Marcos Vales y del argentino Juan Eduardo Esnáider sanción, aparte
de que no están físicamente al cien por cien el portero Juanmi o el
veterano centrocampista Santi Aragón.
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