2 AT. MADRID: Sergio Sánchez, Njegus, Iván Amaya, Hernández, Fagiani, Carcedo, Mena, Roberto, Kiko, Correa y Salva.
Cambios: Juan Gómez por Correa, Hugo Leal por Kiko y Aguilera por Mena.
2 RAYO VALLECANO: Lopetegui, Alcázar, De Quintana, Ballesteros, Mingo, Helder, Poschner, Quevedo, Setvalls, Míchel, y Bolic.
Cambios: Bolo por Michel, Iván por Helder y Luis Cembranos por Alcázar.
ÀRBITRO: Ramírez Domínguez. Tarjetas a Poschner, Kiko, Fagiani, Mingo, Quevedo y Hernández en dos ocasiones siendo expulsado en el minuto 28.
GOLES:
Minuto 22, Salva, 1-0.
Minuto 25, Salva, 2-0.
Minuto 70, Quevedo, 2-1.
Minuto 85, De Quintana, 2-2.

EFE-MADRID
Atlético y Rayo aplazaron una semana la resolución de una eliminatoria que tuvo en la mano el conjunto de Marcos Alonso y que dejó escapar, después de jugar con diez hombres durante una hora, en el tramo final del partido.

El vacuo debate sobre quién debe ser favorito, quedó sin solución, porque el Atlético fue mejor, pero dejó vivo a un rival que, al final, se mostró como un «grande»; le bastaron dos oportunidades para poner la eliminatoria de su lado.

El equipo de Marcos Alonso tuvo medio pase a los cuartos al alcance, gracias al acierto de Salva Ballesta y acabó maldiciendo su suerte.
Andaban Atlético y Rayo enfrascados en discusiones menores en el centro del campo cuando Quevedo convirtió una inocente jugada, un centro hacia atrás para cambiar la orientación del juego, en la primera gran ocasión rojiblanca.

Porque por ahí estaba Salva y el delantero rojiblanco no desaprovechó el regalo, recortó sobre la marcha y envió el balón raso junto a un palo, donde nunca podía llegar Julen Lopetegui.

Espoleado por el tanto y, sobre todo, por la parálisis rayista, el Atlético acumuló ocasiones en dos minutos, en los que pudieron marcar Roberto Fresnedoso o Kiko Narváez, pero de nuevo lo hizo Salva, al rematar de cabeza un pase del primero.

El encuentro pareció, incluso, dispuesto para la goleada, pero raras veces la dicha es plena en el Calderón y el francés Jean Francoise Hernández acumuló una nueva expulsión en su corto historial como rojiblanco.

Con un jugador más, llegaba el turno del Rayo, el equipo de Juande Ramos debía responder con la categoría que se le supone, pero no contó con el acierto del bosnio Elvir Bolic, en el par de ocasiones que tuvo, ni con el suficiente carácter para asustar al rival.

No le sirvió, siquiera, con añadir un delantero más, con la entrada de Bolo por el lesionado Míchel, ni con precipitar la reaparición de Luis Cembranos. Si puso en apuros al Atlético fue por la tendencia suicida del conjunto rojiblanco, que durante más de veinte minutos desperdició la oportunidad de sentenciar la eliminatoria y acabó, una vez más, pidiendo la hora.