«Il Bello» repitió la victoria que logró en la última ocasión en
que el Giro culminó en Matera (1998) e igualó la marca de 30
triunfos en la «corsa» rosa de su compatriota Constante Girardengo,
quien dominó los inicios de la carrera en los años diez y veinte
del siglo pasado. Si la lógica se cumple el líder en las «volattas»
del Saeco rebasará en la presente edición a Learco Guerra (31
victorias) y se aproximará al mítico Alfredo Binda, quien ostenta
la plusmarca de triunfos (41) en la historia del Giro. No le hizo
falta a Cipollini el ya famoso «treno» del Saeco, que marca un
ritmo infernal en los últimos kilómetros y dificulta hasta lo
extremo el salto de última hora de aquellos que osan atentar la
disputa de la llegada masiva. Rentabilizó el ataque nervioso de
Angel Vicioso (Kelme) en la recta final, se colocó a rueda de
Martinello y le superó con idéntica superioridad a la exhibida el
día anterior antes de que Svorada se le echara encima y le obligara
a modificar su línea para evitar la remontada.
Cuarto fue Martín Perdiguero (Vitalicio) que reclama, jornada a
jornada, un hueco entre el selecto grupo de velocistas. «Me he
metido otra vez, pero hasta que no ganas no te respetan», apuntó el
pupilo de Javier Mínguez. Perdiguero precedió a José Enrique
Gutiérrez (Kelme), metido en la lubha por las bonificaciones y que
conserva el tercer puesto en la general a 11 segundos de Cristian
Moreni (Liquigas), líder un día más a pesar del acoso de las
bonificaciones.
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