El Canal Grande de Venecia y sus embarcaderos se han convertido estos días en una larga y caótica alfombra roja para el evento del año: la boda del «soltero de oro» de Hollywood George Clooney con la abogada Amal Alamuddin.
Tras la celebración del matrimonio por sorpresa ayer en el Hotel Aman. Hoy sobre las 15.00 hora local (13.00 GMT), Clooney, de 53 años, y Alamuddin, de 36, abandonaron el hotel y volvieron a montar en su ya famoso taxi acuático «Amore» para ir a almorzar, en lo que fue una nueva pasarela por el Canal Grande.
Esta vez no se escondieron, Clooney con traje gris claro y corbata y Alamuddin con un vestido corto de encaje y pétalos rojos, saludaron a los fotógrafos ya convertidos en marido y mujer.
Ambos con gafas de sol, quizá para evitar las ojeras de cansancio tras una fiesta que duró hasta altas horas de la madrugada, se dirigieron al Hotel Cipriani para almuerzo organizado con sus invitados.
Clooney, soltero empedernido tras haberse divorciado en 1993, eligió la romántica Venecia para dar su «sí quiero» a Amal Alamuddin y convirtió la ciudad en un escenario «hollywoodiano» con fiestas, cenas y, sobre todo, cientos de periodistas de todo el mundo a la espera de «robar» un detalle o una foto de la secreta ceremonia.
Si no fuera por la simpatía que Clooney genera, pocos en Venecia le habrían perdonado la confusión que ha creado desde el viernes en la ya de por sí caótica Venecia, escribe hoy el diario «La Repubblica».
Cada vez que Clooney o Alamuddin se movían, esa alfombra roja en la que se había convertido el Gran Canal, principal arteria de comunicación de Venecia, se bloqueaba con el paso de los taxis y con las decenas de barcas alquiladas por los reporteros gráficos para seguirles.
La boda de ayer a la que asistieron unos 200 invitados no tiene validez legal en Italia, por lo que mañana, sobre las 12.00 hora local (10.00 GMT) tendrán que acudir al Ayuntamiento de Venecia para firmar las actas.
Anoche, en el atraque que da acceso al Hotel Aman se había colocado una estructura cubierta de tela marrón para impedir que los invitados fueran fotografiados.
Sólo se pudo ver la llegada de Clooney, muy sonriente y saludando a los fotógrafos y curiosos, y vestido con un esmoquin firmado Armani y pajarita.
Llegó también en taxi la modelo Cindy Crawford, con un vestido largo de chiffon azul y con su marido, Rande Gerber, quien se cree fue el padrino de bodas de Clooney.
Se esperaba más presencia de Hollywood en la considerada boda del año, ya que sólo se dejaron ver la actriz Ellen Barkin y los actores Matt Damon, Grant Heslov, Bill Murray y Miguel Ferrer, mientras que no llegaron a la Ciudad de los Canales ni los recién casados Brad Pitt y Angelina Jolie, ni Sandra Bullock o Cate Blanchett.
Quien si se dejó ver en varias ocasiones fue la directora de Vogue, Anna Wintour, que para la boda llevó un vestido negro con estampados vegetales blancos.
Vogue será la revista que publique en exclusiva todas las fotografías de la boda y el dinero por este reportaje será destinado a las víctimas de Darfur (Sudán), una de las causas humanitarias por las que más se ha movilizado Clooney.
A la novia sólo se la pudo ver a su llegada a la estación ferroviaria de Santa Lucia de Venecia y después cuando acudió el viernes a la cena de despedida de soltera, organizada en la Sala Oro del Cipriani con un impresionante vestido rojo de Alexander McQueen.
Clooney sí que se dejó ver en más ocasiones como en el desayuno organizado en la terraza del Cipriani, así como cenando el viernes en uno de los locales preferidos de sus estancias en Venecia, el restaurante «Da Ivo», donde acudió con algunos amigos y dicen que para garantizar su privacidad se colocó un «separé» con los típicos manteles de cuadros rojos y blancos.
Solo queda la pasarela final de mañana hacia el Ayuntamiento, aunque como todo lo que ha rodeado esta boda también parece que será «top secret».
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