Cerca de 60 personas, entre niños, niñas y sus familiares, llenaron la plaza de la iglesia de Sant Josep con motivo de la Mini Flower, un descubrimiento de la época hippy para los más pequeños y un merecido homenaje para padres y madres que probablemente no podrían repetir en el festival nocturno.
A diferencia de otros años, la lluvia no hizo acto de presencia, afotunadamente. No obstante, alguna pequeña nube oscura y traviesa tapó el cielo en algún momento, haciendo que la cálida mañana se tornara fría a ratos. El porche de la iglesia, donde no calentaba el sol pero tampoco quedaba a la merced del aire fresco que de vez en cuando soplaba en la plaza, ofreció un buen cobijo a todos.
Coloridas prendas con flecos, símbolos de la paz, pelucas, maquillaje, globos, extravagantes gafas y flores, muchas flores, fueron los protagonistas en los atuendos de los presentes, que disfrutaron de la actuación de Piruleto. El clown deleitó a unos y otros con su espectáculo, amenizado con sonidos retro que hicieron sonar éxitos de antaño, rescatando Eva María, de Fórmula V, o Tómbola de Marisol, en este último caso para sorpresa de más de uno.
Mientras los padres hacían cuentas de los años que hacía que escucharon esas canciones por primera vez, los más pequeños quedaban literalmente embobados con los números de magia del payaso. Un rebelde globo, que escapó echando pedorretas varias veces, resistía de manera inverosímil a los envites de dos punzones que lo atravesaban.
Luego, Piruleto introdujo unos pañuelos de tela en una bolsa para sacarlos atados ante la mirada atónita de tres inocentes padres que salieron al estrado. Con lo que no contaban ellos es que entre pañuelo y pañuelo también apareciera su ropa interior, ante la sonora risotada del público.
El guateque infantil llegó a su punto culminante con una fiesta de la espuma, que roció a pequeños y grandes a ritmo de la banda sonora de Frozen.
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