La charla se enmarca en el Proyecto Red, que ya cuenta con un grupo de voluntarios para recuperar esos aparejos de pesca que quedan perdidos o abandonados en el fondo del mar, causando así la muerte de diferentes especies.
El objetivo principal de Red es concienciar a los pescadores de la importancia de recuperar estos artes y que sean ellos mismos los que, sin miedo, comuniquen la pérdida de las trampas para que posteriormente, con el grupo de voluntarios, puedan sacarse del fondo marino.
En ese grupo de voluntarios se encuentran de modo habitual los buceadores expertos Xavier Mas, Javier Gómez, Diego Ponce y Raül Luna. Los dos últimos licenciados en Ciencias del Mar, técnicos de Medio Ambiente y responsables de la charla que tendrá lugar el próximo viernes en Sant Antoni.
Según explican fuentes institucionales, «las redes en el fondo no se desintegran y sus materiales resistentes forman parte de una contaminación marina muy importante. A parte de sus fibras de nylon, las redes también son sumergidas aplicando plomos, un material pesado muy contaminante y acumulable en los organismos que lo absorben y que pasa a los diferentes eslabones de la red trófica».
Sin embargo, la contaminación que suponen estas redes en los fondos marinos no es solamente por su composición. Según explica Raül Luna, «las mallas abandonadas suponen unas trampa mortal para numerosas especies que se ven capturadas de forma accidental. Sus cuerpos quedan atrapados y atraen a otros organismos, convirtiéndose en cadenas de la muerte. A esta pesca abandonada se la conoce popularmente con la expresión de pesca fantasma».
Sin embargo, la captura fantasma, pese a ser el más importante, no es el único de los impactos que producen los aparejos de pesca perdidos en el mar. «Además, los trozos que se desprenden de las mallas producen la asfixia de los animales marinos, si acaban en sus vías respiratorias, o la intoxicación u obstrucción si llegan al aparato digestivo de los mismos».
En otro sentido, suponen un impacto para la navegación, pues algunos de estos trozos de trama pueden finalizar en las hélices de las embarcaciones. Y además, remarca Luna, «es una huella visual para los buceadores que vienen atraídos por la belleza de los fondos marino y un choque socioeconómico, pues estas redes siguen capturando ejemplares y perjudican así los recursos pesqueros o la belleza y el equilibrio de la fauna de las reservas en el caso de que no sean especies de interés pesquero».
Amplia colaboración
Diego Ponce quiso destacar el gran apoyo que este grupo de voluntarios está recibiendo por parte de los pescadores de la zona. «Tan pronto pueden, avisan de que han perdido uno de estos aparejos de pesca, nos facilitan las coordenadas y profundidad del lugar e incluso colaboran en las labores de retirada con el material necesario, pues no es tan fácil sacar una red de 70 u 80 metros». En el mismo sentido, Ponce señaló la importancia de la premura con la que se avise de la pérdida del aparejo, ya que «el primer mes es cuando las redes están más activas».
También consideran básica estos voluntarios, la ayuda prestada por los centros de buceo de la zona que ponen a su disposición el material de buceo necesario y, por supuesto, mencionan la «absoluta colaboración» del Govern a través de Reserves Naturals des Vedrà, es Vedranell i els Illots de Ponent. «Es mucha gente la que está participando en que Red salga adelante», indica Ponce.
El proyecto Red arrancó en 2015, año en el que se realizaron cuatro inmersiones y se recuperaron un total de 400 metros de estas mallas. «El tramo más largo sumó 200 metros», informa uno de los técnicos. Ahora, el proyecto sigue muy vivo ya que este equipo de voluntarios tiene previsto salir al mar muy pronto, «cuando pase el mal tiempo», para recuperar una de estas redes que ya tienen localizada, anuncia Ponce.
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