El 8 de julio del año pasado se encontró una motocicleta abandonada en es Soto y saltó la alarma. La había alquilado Adolfo Linares, párroco de la localidad cántabra de Ampuero, de quien, desde entonces, no se ha vuelto a saber nada, según confirmó ayer el Cuerpo Nacional de Policía.
Su desaparición adquirió tintes dramáticos cuando, poco después, los investigadores encontraron su documentación en el hotel en el que estaba alojado en la Isla. El detalle es sumamente importante, ya que certifica que Linares no salió de la Isla, al menos de forma voluntaria. Más preocupante aún fue el dato de que este hombre necesita medicación diaria a causa de un trasplante de hígado.
En Ampuero extrañó mucho el hecho de que su párroco se encontrara en Eivissa, y también que alquilara una moto. Después se fue conociendo que, en su juventud, en los tiempos en que estudió periodismo en Madrid, el párroco conducía una motocicleta, que fue «un gran viajero» y que tenía amigos en la Isla, a la que algunos dijeron viajaba hasta dos veces al año.
La alarma saltó el día 10 de julio, cuando un amigo del cura acudió al aeropuerto de Bilbao a recogerlo y tuvo que regresar a Ampuero sin él. Este hombre recibió dos correos electrónicos de Linares durante sus vacaciones en Eivissa, el último de ellos el 7 de julio, un día antes de su desaparición. Los mensajes denotaban buen humor, incluso gastaba bromas. Su amigo declaró: «Desde luego voluntariamente no se ha escapado». Explicó además su amigo que Linares «tenía grandes planes para su próxima jubilación, entre ellos hacerse una casita en Caranceja [un pueblo de la zona]». En cuanto a la posibilidad de que fuera víctima de un atraco, tampoco convence a los amigos del párroco en Ampuero que, según dijeron a la prensa, «no es un hombre ostentoso». El misterio continúa.
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