D.M.M., de 29 años, vio cumplidos sus deseos e ingresó en la cárcel de Eivissa, tal y como él mismo pidió tras confesarse autor de la larga lista de delitos que se le imputaban. Reconoció haberse apoderado de un coche en Vila cuyo conductor llevaba a cabo una operación de carga y descarga, vehículo con el que acabó detenido, como ya se informó, después de estrellarse en el puente de Santa Eulària en la madrugada del miércoles.
D.M.M., que tras el accidente fue apresado por la Policía Local de Santa Eulària en compañía del mauritano M.H.K., de 32 años (ambos con distintos antecedentes por robo y amenazas) explicó ante el juez que también había participado en el robo perpetrado minutos antes en una librería de esta población y manifestó que se había resistido a los agentes a la hora de su arresto y causado daños en las dependencias policiales.
Otro implicado
Tras su reconocimiento de los hechos dijo expresamente que confesaba todo porque quería ir a prisión, lugar del que, al parecer, había salido hacía muy poco tiempo.
El otro detenido por estos hechos, el mauritano M.H.K., tras su comparecencia en el juzgado, quedó en libertad provisional en espera de juicio pero deberá pasar por estas dependencias cada 15 días para estampar su firma.
El suceso ocurrió pasadas las tres de la madrugada del miércoles después de que la Policía Local de Santa Eulària recibiera el aviso de que dos encapuchados habían entrado en un establecimiento y se estaba llevando distintos efectos, entre ellos, la caja registradora. Todo ello, después de abrir un boquete en la cristalera de la puerta de entrada con la ayuda de una piedra de grandes dimensiones.
Los sospechosos fueron interceptados por una patrulla cuando, tras el robo, circulaban a gran velocidad por una de las calles principales de esta localidad. El conductor del vehículo intentó entonces la fuga pero durante la persecución acabó impactando contra una acera para luego chocar contra un muro. Los dos ocupantes, a continuación, salieron corriendo.
Uno de ellos fue apresado instantes después, pese a la gran resistencia que ofreció. El otro cayó minutos después, una vez que se le descubrió intentando ocultarse en un cañizal.
1 comentario
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Hay que reconocer que las cárceles de ahora ya no son como las de antes. Antes, su función era la de castigo por haber cometido un delito. De hecho nadie deseaba ingresar. Pero ahora son tan confortables y están tan sofisticadas con tantas comodidades y todo tipo de detalles que a casi nadie le hace ascos ingresar en ella. Una cárcel no debe ser un hotel barato. Así no es de extrañar que haya tanta delincuencia. ¿Qué me puede pasar si me pillan?, ¿que me metan en la cárcel?, pues bienvenida sea; quizá estaré mejor que fuera. Así vamos mal.