Tres de los cuatro jóvenes que tuvieron que sentarse en el banquillo para responder por la brutal paliza que sufrió otro chico que estaba como ellos en una discoteca de Platja den Bossa y que miró a la novia de uno de los sospechosos han sido condenados a dos años de prisión y a pagar de manera solidaria 5.290 euros por las lesiones y secuelas padecidas por la víctima. Se da la circunstancia de que el primer acusado dijo haber trabajado como auxiliar de la Policía Local de Santa Eulària.
El afectado sufrió cortes en la cara con una botella y fue golpeado dos veces con una porra en la cabeza, acciones por las que precisó al menos 50 puntos de sutura. El cuarto implicado en el caso, portero de la discoteca, ha sido absuelto al no demostrarse que participar en alguno de los distintos hechos que se iniciaron dentro del establecimiento, la entonces sala Kiss, y que concluyeron en su exterior a pocos metros de la puerta de entrada.
Los cuatro acusados se enfrentaban a siete años de cárcel por delitos de lesiones y amenazas. Todos han sido exonerados de culpa en este último cargo que pesaba contra ellos. La magistrada Clara Ramírez de Arellano, titular del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, ha considerado acreditado que tres de los encausados fueron responsables de los violentos hechos ocurridos en la citada discoteca sobre las cinco de la madrugada del 28 de diciembre de 2003, festividad de los Santos Inocentes.
«Uno de los acusados, que previamente había cogido una botella y la había roto golpeándola contra una mesa, cogió a la víctima por detrás y le agarró del cuello, presionándole con el brazo que portaba la botella.
En ese momento, el afectado, al ver que el cristal se dirigía su cuello, para evitar que le cortara, forcejeó para esquivar que la botella le hiriera, y en el movimiento de esquivarla ésta le produjo dos cortes en la cara», recoge la sentencia.
La víctima, al notar la sangre que corría por su rostro, corrió al cuarto de baño de la discoteca para intentar verse en un espejo. Tras recuperarse brevemente, salió del establecimiento, momento en el que vio a uno de sus supuestos agresores.Al dirigirse hacia éste «para pedirle explicaciones», se vio atrapado por otros dos. El tercero sacó una porra del maletero de su coche y le golpeó por dos veces en la cabeza.
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