Una joven turista británica cayó en plena noche a un pozo de 24
metros de profundidad -con cuatro metros de agua- y logró agarrarse
a una hendidura hasta que una media hora después de haberse
precipitado un agente de la Policía Local de Sant Antoni logró
rescatarla, milagrosamente, ilesa. Sin duda alguna la joven tuvo
mucha suerte, porque de no haberse agarrado a la hendidura y de no
haber pasado por las inmediaciones una persona que oyó sus gritos
podría haber resultado herida grave o incluso haber fallecido.
Según relató la británica a la policía, estaba buscando a una
amiga y decidió, incomprensiblemente, saltar la valla de una casa
privada y caminando por el jardín no vio el pozo, que apenas tiene
un metro de diámetro, y cayó en él. Eran las 4,45 de la madrugada
cuando se precipitó 14 metros, hasta que frenó al agarrarse a la
hendidura. Comenzó a gritar, en inglés, y un viandante que pasaba
cerca la oyó y avisó a la policía.
Al lugar acudió una patrulla de la Policía Local de Sant Antoni,
que al comprender la situación avisó a los bomberos que, por lo
visto, aunque finalmente no fue necesaria su intervención porque
los agentes consumaron el rescate.
Uno de los agentes comenzó a tirar de la cadena que engancha con
el motor de la bomba que eleva el agua del pozo y pidió a la
turista que se agarrara a ella. De este modo, el policía logró
sacar del pozo a la turista, que según testigos, se encontraba en
estado de ebriedad y un tanto paranoica con el asunto de la
búsqueda de su amiga.
Finalmente, la compañera de la británica accidentada se
encontraba, plácidamente, en su hotel, en la habitación 144 del
Pacific.
La joven turista resultó completamente ilesa, a excepción de
unos pequeños rasguños de los que fue atendida por los médicos.
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