Veinte días después del derrumbamiento de un puente sobre el río
Duero en el que murieron 59 personas, los portugueses se sienten
nuevamente conmocionados por la tragedia registrada el sábado por
la noche, cuando un autobús cayó por un precipicio y murieron 14 de
sus 50 pasajeros. En el accidente, ocurrido anoche cerca de la
ciudad de Santa Comba de Dao, a 270 kilómetros al norte de Lisboa,
resultaron heridas otras 24 personas, seis de ellas gravemente.
El autocar, propiedad del Ayuntamiento de Viseu, regresaba de
una excursión al Santuario mariano de Fátima por la carretera
nacional IP3, una vía del centro de la país que une Coimbra con
Viseu. La mayoría de los excursionistas frecuentaban un centro
comunitario de ayuda a ancianos de la aldea de Río de Loba, cerca
de Viseu, a 293 kilómetros de Lisboa. El jefe local de la Guardia
Nacional Republicana (policía de tráfico), mayor Antonio Rosa,
explicó que al producirse el accidente granizaba, lo que pudo
motivar que el conductor del autobús, muerto en el accidente,
perdiese el control en una curva.
Sobre las condiciones mecánicas del autobús, el alcalde de
Viseu, Fernando Ruas, aseguró que el pasado jueves fue revisado por
los técnicos municipales y presentó problemas.
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