Al menos 80 personas desaparecieron al caer en la noche del domingo
al río Duero un autobús y dos automóviles en el norte de Portugal,
tras derrumbarse un puente metálico, construido en 1886, cuando las
aguas se hallaban crecidas por el temporal. Según la televisión,
los equipos de rescate recuperaron el lunes de mañana dos cadáveres
y afirmaron que existían pocas posibilidades de encontrar
supervivientes debido a la fuerte corriente del río, que pudo haber
arrastrado a las víctimas. El ministro de Infraestructuras, Jorge
Coelho, presentó su renuncia tras la tragedia. «Mi decisión es
irrevocable, afirmó. Después de este serio accidente, reconozco que
ya no puedo seguir en mi cargo.»
El primer ministro portugués, Antonio Guterres, aceptó la
renuncia de su ministro y viajó al lugar del accidente tras
decretar dos días de duelo por las víctimas. El puente que se
derrumbó unía a los puelos de Castelo de Paiva y Entre-os-Ríos.
Guterres fue recibido al grito de «asesino, asesino» por familiares
de las víctimas. El autobús había sido fletado, como cada año, por
un vecino del pueblo de Oliveira do Arda para organizar una
excursión para ver los almendros en flor. El autobús, con 67
personas, y dos automóviles, con varias personas, cayeron al río
hacia las 21 horas al ceder el puente que estaban cruzando.
Al disiparse la bruma matinal pudieron verse las imágenes casi
irreales de las bases de los pilares de este puente surgiendo de
las aguas pantanosas. La mitad del piso del puente había
desaparecido. Los restos del autobús fueron localizados en medio
del río, 300 metros más abajo del puente. Según los dos equipos de
rescate ambos coches podrían haber sido arrastrados todavía más
lejos debido a la fuerza del río. Dos personas iban a ser juzgadas
ayer precisamente tras ser detenidos por impedir el paso por el
puente, hartos de denunciar su mal estado de conservación. La vista
se suspendió.
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