Estado en el que quedó el autobús siniestrado tras volcar en un tramo de la carretera N-IV a su paso por Orbita.

Siete personas murieron y doce sufrieron heridas de distinta consideración a causa de un accidente ocurrido en la madrugada de ayer cuando un autobús, en el que viajaban técnicos de la Compañía Lírica Española, se salió de la carretera N-VI (Madrid-La Coruña) y volcó en el término de Orbita (Àvila). Las víctimas mortales son Claudia Ruiz Mechanin, Oscar Alberto Grossi, nacido en Argentina y de nacionalidad italiana, José Luis López Pérez, Francisca Moreno Gámez, Milagros Morcillo Chumilla, Estefan Guegania y Harntium Mikalein, estos dos últimos violinistas armenios.

El suceso se registró a las 06'10 horas en el kilómetro 120'500 de la N-VI, cuando el autobús de la empresa Milo Tour S.L. con matrícula TO-9382-X efectuaba el trayecto desde Gijón a Madrid. Hasta el lugar del siniestro se trasladaron miembros de la Guardia Civil, Cuerpo de Bomberos, Cruz Roja y 061, que colaboraron en el rescate de las víctimas, dos de las cuales habían quedado atrapadas bajo el vehículo. Los siete fallecidos fueron conducidos al tanatorio de Arévalo (Àvila). Dos de los heridos, al recibir el alta, se dirigieron al tanatorio para colaborar en la identificación de los cadáveres.

La Compañía Lírica Española, a la que pertenecen los afectados, había actuado la noche del sábado en el Teatro Jovellanos de Gijón, donde ofrecieron una representación de la zarzuela «El huésped del sevillano», explicaron fuentes del teatro.

Acerca de las causas del accidente, el subdelegado del Gobierno en Àvila, Javier Encinas, manifestó que se produjo a una hora en la que «no había condiciones meteorológicas adversas en la vía, ni lluvia, ni niebla». Una de las personas que viajaba en el vehículo, Rosana Amengual, ayudante de dirección de la Compañía Lírica Española, manifestó que el conductor gritó: «Me he dormido», al comprobar que el vehículo estaba a punto de salirse de la calzada y dio un volantazo, tras lo que el autobús volcó. Amengual explicó que tras el accidente el conductor, llorando, repetía «Dios mío, que he hecho».