Los últimos balances por el terremoto habido hace cuatro días en
centroamérica sitúan ya la cifra oficial de muertos en mil,
mientras que los recuentos que se están haciendo cuantifican en más
de 2.000 el número de personas que siguen desaparecidas, muchas de
ellas probablemente aún sepultadas entre los escombros y la tierra.
Los servicios de rescate, que trabajan contrarreloj, cada vez ven
más difícil poder hallar con vida a las personas que se encuentran
enterradas, visto el tiempo pasado y las duras condiciones a las
que deben estar sometidas los aún supervivientes.
Las autoridades, dentro de los primeros cálculos que se han
efectuado, estiman que sólo el Salvador ha perdido en esta tragedia
más de mil millones de dólares, la mitad del presupuesto general
del Estado para el ejercicio fiscal de este año. La Policía
Nacional Civil, de igual manera, precisó que el sismo dejó 9.923
viviendas destruidas, 26.701 con daños parciales y 688 soterradas.
El drama provocado por el terremoto quedó de manifiesto la noche
del domingo cuando el presidente Francisco Flores anunció que había
solicitado a Colombia la donación de 3.000 féretros para enterrar a
las víctimas de escasos recursos.
Al tiempo, las ayudas internacionales continúan llegando a las
zonas más afectadas por el seísmo, mientras que se han levantado
multitud de voces pidiendo la condonación e la deuda externa,
máxime cuando aún prevalecen a todos los niveles los efectos que
dejó tras de sí el pasado huracán «Mitch».
La situación es todavía más dramática si se tiene en cuenta que
en las últimas horas se han producido en la zona réplicas del
terremoto que se han saldado con nuevos derrumbes. La zona del
barrio de las Colinas, donde se habla de cientos de personas
sepultadas, es uno de los lugares donde se están produciendo estas
escenas, que se repiten con más temblores.
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