EFE-SAN SALVADOR
La tierra sigue temblando en El Salvador, con casi un millar de réplicas después del terremoto del sábado, que hasta ayer había causado unos 400 muertos, según el último recuento del Comité de Emergencia Nacional. Millares de familias salvadoreñas volvieron a dormir el domingo a la intemperie por temor a una nueva tragedia, mientras el pánico ha hecho presa de muchos ante versiones extraoficiales de que se podría producir un maremoto.

El presidente de El Salvador, Francisco Flores, quien ayer comenzó muy temprano su jornada de supervisión en algunas de las zonas afectadas en San Salvador, dijo a la prensa que ya no es posible que se produzca un maremoto, e hizo un llamamiento a la calma y la precaución. Añadió que, según las consultas que se han hecho con expertos de Nicaragua, un maremoto pudo ser posible unas dos horas después del terremoto del sábado, de 7'6 grados en la escala de Richter y que se registró a las 11.35 hora local. Flores expresó que ha habido una extraordinaria respuesta de solidaridad de países amigos y que ha recibido mensajes de sus colegas Bill Clinton (EE UU), Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia), Hugo Chávez (Venezuela) y todos los gobernantes de Centroamérica, entre otros, así como del jefe del Gobierno español José María Aznar.

En algunas comunidades la población celebra misas al aire libre frente a las iglesias, aunque hay pueblos en los que los templos también fueron destruidos por el seísmo. Un ciudadano lloraba ayer ante la televisión al relatar que el terremoto se «llevó a mi hijo de 23 años y a mi esposa, después de un matrimonio de 30 años». En San Salvador se vive una relativa calma, pero en el rostro de las personas que caminan por las calles o los que viajan en vehículos particulares, autobuses y camiones se refleja el dolor que embarga a este pequeño país centroamericano. Las naciones vecinas de Centroamérica continúan enviando su ayuda, algunas vía terrestre.