La pérdida de 34 vidas humanas en las aguas de Formentera a los
largo de los últimos 13 años es en primer lugar un mal irreparable
y, en segundo lugar, una trágica estadística que lleva directamente
a la necesidad de prevenir estos riesgos.
El plan piloto puesto en marcha por diversas administraciones
autonómicas, insulares y locales, el Plan de Seguridad de Playas,
es un primer paso que se da para intentar que los riesgos sean
mínimos, las estadísticas muestren una tendencia a la baja y que la
imagen de Formentera no se vea dañada por estos luctuosos hechos.
En esta isla, en los últimos 13 años han muerto 34 personas en
circunstancias similares.
Sin embargo es preciso señalar que gran parte de los fallecidos
en las playas, no sólo en Formentera sino también en el resto de
las Islas y en el litoral español, que estadísticamente muchos
contabilizan como ahogados, perecieron por causas absolutamente
ajenas al mar en sí mismo o fueron producto de la imprudencia
temeraria de los bañistas.
En este último aspecto es preciso destacar que muchos turistas
no hacen el menor caso de las banderas de señalización colocadas en
las playas. Así, es habitual ver gente en el agua mientras las
banderas rojas ondean a poca distancia.
Algunas fuentes recalcan que los turistas, principalmente los de
nacionalidades nórdicas, germánicos o de países procedentes de la
costa atlántica, acostumbrados a otro tipo de mar con grandes olas,
menosprecian el peligro que entraña el Mediterráneo con un oleaje
de menos altitud pero de mayor frecuencia.
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