Ramón Tatay, el perturbado de 62 años que mató anteayer de varios
disparos a dos policías, a un bombero y a su vecina, no tenía
antecedentes penales y había renovado en marzo del año pasado la
licencia de su escopeta de caza. Lo hacía así desde 1975, fecha de
su primera licencia, sin que nadie hubiera advertido la
peligrosidad de su grave enfermedad mental.
En principio no había absolutamente ninguna circunstancia que
hiciera prever lo ocurrido», señaló ayer, tras la misa de los
agentes y el bombero muertos, el delegado del Gobierno, César
González, quien hizo hincapié en que «no había nada anormal que
indicara que había que retirarle el arma». «Este hombre cumplía
toda la legislación y otra cosa es que se revisen las condiciones
de licencias de armas y que los exámenes psicotécnicos se hagan de
otra forma distinta», dijo. Además, afirmó que «no creo que nadie
pudiera pensar que esta persona pudiera cometer la locura que ha
cometido».
El autor de los disparos tenía 62 años, era ex trabajador de la
Autoridad Portuaria de Valencia y vivía solo en su domicilio, ya
que su mujer y cinco hijos residen en Francia. Sus vecinos le
describieron ayer como una persona «normal», que no provocaba
problemas aunque, según dijeron, se sentía perseguido «por la
Policía, la Justicia y la Telefónica», y aseguraba tener el
teléfono «pinchado».
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