Miguel Fernando Torres Rudilla hacía que sus clientes portaran
velas encendidas mientras les atendía en su consulta de la Avenida
de España de Eivissa, les llegó a recetar frascos con un contenido
más que dudoso -en un caso concreto con escamas que «podían»
aumentar la potencia sexual- y llegó a entregar objetos para que
fueran utilizados en favor de sus sortilegios, entre ellos un
anillo. Así lo atestiguan sus víctimas que aseguraron haberse
gastado 10.000 pesetas cada vez que visitaban el gabinete del
«Barón».
Aparte se abonaron supuestamente varios talones -algunos hasta
de 300.000 pesetas- a cambio de «trabajos» encaminados a resolver
sus problemas con la promesa de ser devueltos si el «conjuro» no
funcionaba. En ello se incluían, teóricamente, gastos por viajes a
Palma. Madrid y Asturias donde el «Barón» les dijo que tenía que ir
para que se cumplieran sus deseos.
Torres Rudilla, acusado de estafar con estos procedimientos
cantidades próximas a los cuatro millones desde 1994 a 1996, fecha
en que se marchó de Eivissa para instalarse definitivamente en
Palma, lo negó todo ayer ante la Audiencia Provincial y aseguró que
lo único que hacía era conversar con sus clientes cuando les echaba
cartas del Tarot.
Eso al menos sí quiso dejarlo claro, porque el «Barón», que
paradójicamente también realizó supuestos trabajos de fontanería
mientras vivió en Eivissa para sus clientes, no quiso contestar a
ninguna pregunta que le formuló la acusación particular. Entre
éstas figuraba la de si grababa sus consultas.
El «Barón» Rudilla, que dijo poseer un diploma en estudios de
parapsicología por una escuela de Valencia, con título incluso
obtenido bajo notario, también negó a la Sala que en algún momento
aconsejara o diera pomadas, jarabes, elixires y menos que las
utilizara delante de sus clientes para predecir el futuro, tal y
como le insinuó el fiscal. Precisó que únicamente daba consejos
normales. Sólo el ministerio público pide para él tres año de
cárcel por estafa al que sumó ayer otro año por intrusismo tras oír
el testimonio de los testigo. La acusación particular, por su
parte, mantuvo los cinco por fraude y otro por intrusismo al
imputarle que se hiciera pasar por psicólogo y publicitarse.
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