Un incendio destruyó una papelería situada en el número 59 de la
calle Aragón de Eivissa en la mañana de ayer y obligó a la policía
a desalojar el edificio en el que se encuentra el local.
Miguel Sevilla, jefe del Parque Insular de Bomberos de Eivissa,
explicó que las llamas se originaron en la trastienda del
establecimiento, que cumplía las funciones de oficina y almacén. La
gran cantidad de material inflamable que contenía el local permitió
que el incendio se propagara con facilidad y destruyera todo lo que
se encontró al alcance de las llamas. Según testigos presenciales,
la dueña de la papelería intentó apagar el fuego en primera
instancia, pero al ver que no era posible salió al exterior. Esta
mujer tuvo que ser atendida y se le suministró oxígeno debido al
humo inhalado.
Dos unidades de los bomberos se personaron en el lugar.
Previamente, varios agentes de Comisaría desalojaron el edificio
-segundos antes de que los mismos inquilinos decidieran
abandonarlo- y la Policía Local desvió el tráfico de la calle
Aragón para facilitar las tareas de extinción. Algunos de los
agentes también fueron asistidos con oxígeno al finalizar la
operación de desalojo, para impedir que sufrieran una intoxicación
por el humo.
Los bomberos optaron por atacar las llamas desde la claraboya
posterior, a la que accedieron desde un portal situado junto a la
papelería. Sevilla señaló que el intenso calor y los gases
inflamables que se encontraban en el interior del local -producidos
por la combustión de algunos materiales y que producían pequeñas
deflagraciones- aconsejaron esta opción, para que ningún bombero
quedara atrapado entre el fuego. El almacén conectaba con la
claraboya a través de dos ventanas, cuyos cristales habían
reventado por el calor, y en aquel espacio se hallaba también una
puerta que daba a un comercio de muebles de cocina situado en la
avenida España, lo que suponía un grave riesgo de propagación de
las llamas.
Una vez controlado el fuego en primera instancia, los bomberos
penetraron en la papelería para acabar de asegurar la situación y
comprobaron que parte del techo se había hundido debido al intenso
calor. Sobre la acera situada frente al establecimiento empezó a
caer una cascada de agua que arrastraba papeles carbonizados,
rotuladores y otros artículos.
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