Al menos setenta personas han muerto en el accidente que ocurrió el
martes cerca de la estación londinense de Paddington, confirmó ayer
la policía. Los bomberos continuaban ayer con las tareas de rescate
para sacar los cuerpos de las personas que pudieran estar atrapadas
en el siniestro.
El choque de trenes se produjo por la mañana, en plena hora
punta, entre un tren que salía de Paddington y otro que llegaba a
la estación procedente de Cheltenham, en el noroeste del país. El
subcomisario de Scotland Yard Andy Trotter afirmó que, además de
las setenta personas dadas ya por muertas, la policía tiene
información «de que otras cien personas pueden haber cogido uno de
esos trenes».
La violencia de la colisión provocó un descarrilamiento de
varios vagones, alguno de los cuales se incendió inmediatamente
para dar paso a escenas que los sobrevivientes han descrito como
«horrorosas» o «infernales». Aunque no se conoce la causa del
siniestro, la policía apunta ya a la posibilidad de que uno de los
conductores se saltara un semáforo en rojo. Mientras crece la
incertidumbre sobre el trágico resultado final del siniestro, en el
Reino Unido la seguridad de la red ferroviaria, privatizada hace
sólo tres años, se ha convertido en un auténtico escándalo, con
numerosas voces alzándose contra la misma.
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