No hay pruebas contra el «Pirata», detenido en abril por la Guardia Civil en la casa de Santa Agnès de Thomas Egner.

JOSE JAVIER MONERRI Los dos jueces a los que compete la investigación de las desapariciones del abogado de Santa Eulària Antonio Ferrer Juan y alemán residente en Santa Agnès Thomas Egner, ocurridas respectivamente en diciembre de 1997 y enero de 1998, han ordenado el archivo provisional de ambas causas después de que las gestiones practicadas no hayan arrojado ningún resultado concluyente. El ministerio público, en este sentido, pidió esta medida al considerar que no había ninguna prueba, pese a los indicios, que ligaran ambas desapariciones a la figura de Juan Torres Serra, el «Pirata» o «Rotavella», el hombre que hasta la fecha figuraba en el centro de todas las pesquisas.

La acusación particular, sin embargo, considera que la investigación no está ni mucho menos agotada y que todavía quedan por ahondar en detalles de los que se pueden extraer alguna pista que resulte reveladora y que no deje sin aclarar las dos extrañas desapariciones. El caso, de esta manera, no está del todo cerrado al estarse aún pendiente de un recurso de reforma presentado por la representación legal de las familias de Ferrer Juan y Egner y en último extremo que un nuevo dato o la aparición de un testimonio permita reabrir al menos uno de los casos, hasta ahora visto separados pese a que en su día se pidió que fueran tramitados en un mismo caso, tal y como informó este periódico.

Tanto el responsable del juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa, Juan Carlos Torres, como el del número 6, Santiago Pinsach, -encargados cada uno de ellos de supervisar de manera separada las indagaciones sobre Antonio Ferrer Juan y Thomas Egner- han decidido que no es preceptivo la acumulación del sumario, un hecho que había solicitado la acusación particular al entender que ambos casos debían de ser investigados por un mismo juez por las numerosos indicios y coincidencias que llevaban de igual modo hasta la figura del «Pirata».

El propio fiscal reconoce en el escrito judicial en el que, entre otras se pide el archivo provisional, que existen «una serie de datos» y «sospechas sobradas» que apuntan a la persona de Torres Serra en el caso concreto de la desaparición del abogado de es Canar y cita visitas a domicilios, así como posibles relaciones económicas o jurídicas. Sin embargo, arguye que todo ello no permite inducir «racional, lógica y empíricamente» -de conformidad con la doctrina judicial concluir que el imputado Torres Serra haya ejecutado acto alguno contra el desaparecido del que, se precisa, aún no se sabe si está vivo o muerto. Todas las sospechas que existen indican esta última probabilidad, vista su grave dolencia cardiaca.