Un avión de la compañía Britannia en el que viajaban 236 pasajeros
sufrió en la madrugada de ayer un accidente al salirse de la pista
cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de Girona. Parece ser
que la causa del siniestro se debió a las dificultades que, debido
al mal tiempo, se le presentaron al piloto a la hora de frenar. No
obstante, no hubo que lamentar pérdidas personales, ya que el
accidente tan sólo se cobró dieciseis heridos leves y uno grave,
que fue el propio piloto. Tras conocer el suceso, el subdelegado
del Gobierno en Girona, Robert Brell, aseguró que el piloto «no
hizo caso» de las advertencias de la torre de control.
El Boeing 757 procedía de Cardiff (Gales) y en él viajaban
turistas que se disponían a pasar unos días en la Costa Brava. La
mayoría de la tripulación fue trasladada en autobús a sus
respectivos hoteles. La torre de control le propuso al piloto que
aterrizara en el aeropuerto de Barcelona, pero no atendió a esta
propuesta. El subdelegado del Gobierno atribuyó el accidente a un
cúmulo de circunstancias, aunque destacó que «la fuerte tormenta
que había en ese momento no era tan excepcional como para que el
avión no pudiera aterrizar». No obstante, añadió que la lluvia se
perfila como la principal causa del siniestro, a la espera de lo
que determine el preceptivo informe de Aviación Civil.
El avión se salió de la pista y se partió en tres. Eran las
23:40 horas cuando intentó aterrizar en la pista del aeropuerto,
pero debido a las ya citadas condiciones atmosféricas, se deslizó
sobre un campo junto a la cabecera sur de la pista.
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