Yvonne Susanne O'Brien, la británica asesinada brutalmente en el Puerto de Alcudia, pudo haber mantenido relaciones sexuales consentidas, posiblemente sadomasoquistas, con el criminal, que después la mató de un «cuchillazo en el cuello», según los resultados de la autopsia practicada al cadáver.

De este modo, se descarta que la mujer fuera violada, hipótesis que barajaba la Guardia Civil, toda vez que dentro de su vagina fue encontrada una pistola de juguete. Este juguete , junto con la cuerda que O'Brien tenía enrollada al cuello, pudieron servir en el juego sadomasoquista que realizaron la víctima y su verdugo.

La autopsia ha confirmado que la mujer, de 44 años, murió desangrada por un corte en el cuello, después de una larga agonía. Mientras se desangraba, y una vez muerta, el asesino procedió a seccionarle parte de un pecho y de la mandíbula inferior, al tiempo que le abrió el vientre hasta dejar fuera los intestinos. Después, con la sangre de la víctima -según las mismas fuentes-, el sádico homicida escribió en las paredes de la habitación las palabras «amor», «paz» y «sexo», y también dibujó el símbolo hippy de la paz.