P. TUR «No sabíamos qué estaba pasando. Sólo vimos que salíamos de la pista. El capitán no dijo nada, pero todo el mundo estaba muy tranquilo». Una de las pasajeras del avión Condor que se salió de la pista cuando estaba aterrizando explicaba de este modo a Ibiza y Formentera lo ocurrido en el interior del aparato. Una hora después, los pasajeros abandonaban las instalaciones del aeropuerto de Eivissa con un refresco en la mano y semblantes tranquilos -aunque algunos, con el rostro algo pálido, se negaran a comentar el incidente-, dispuestos a subir a los autobuses que les llevaron a sus respectivos hoteles.

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Mientras, los retrasos aéreos iban acumulándose. Las personas que esperaban sus vuelos desconocían en parte lo sucedido, pero no llegó a formarse ningún alboroto. Algún pasajero intentaba salir de la zona de embarque para solicitar información a su turoperador, bajo la negativa de la Guardia Civil, que no le permitía salir de dicho área. En la cafetería, la cola de gente esperando para comer alguna cosa denotaba la tranquilidad que reinaba en el aeropuerto.

A las dos horas del accidente, los pasajeros del vuelo de Condor ya debían descansar en sus hoteles, y en el aeropuerto continuaba la espera. Los altavoces anunciaban los desvíos de vuelos al aeropuerto de Palma y los retrasos de los que debían abandonar la isla. Las cabinas de teléfonos estaban todas ocupadas por personas informando a familiares y amigos del incidente, con escuetas frases como «el aeropuerto está cerrado, no sabemos lo que pasa