Dos casas quemadas, una decena de intoxicados o heridos, más de 100
hectáreas calcinadas y un despliegue sin precedentes es el
resultado de un dantesco incendio forestal intencionado que se
declaró ayer tarde en es Galatzó, en el término de Calvià, y se
ensañó especialmente con la población de Galilea, en Puigpunyent.
El siniestro, al cierre de esta edición, seguía activo, aunque no
con la virulencia de horas antes.
Minutos antes de las tres de la tarde una llamada telefónica
alertó de una columna de humo en la zona conocida como es clot,
cerca de es Capdellà. Los efectivos que se desplazaron a aquel
paraje ya no pudieron sofocar las llamas, muy extendidas, y se dio
la voz de alarma. A medida que fueron pasando los minutos la
situación se complicó mucho, merced al fuerte viento que soplaba y
a las altísimas temperaturas, y media hora después el fuego estaba
«completamente descontrolado», según informó un portavoz de la
Benemérita. Un dato significativo es que la Policía Local de Calvià
se puso en contacto con la de Andratx para que se montaran
controles en los alrededores, lo que evidencia que el inicio del
siniestro fue intencionado. La confirmación llegó poco después por
parte de la Guardia Civil, cuyas especialistas del Seprona
descubrieron varios focos.
El operativo desplegado ayer fue impresionante y todos los
efectivos disponibles, aéreos y terrestres, acudieron a es Galatzó.
En total actuaron seis parques forestales (Sóller, Calvià, Andratx,
Inca, Llucmajor y Palma), brigadas del Ibanat, Guardia Civil,
Policía Local, Protección Civil y una contundente cobertura aérea
(dos dromader, dos Canadair, un avión de vigilancia, el Air Tractor
y dos helicópteros). Palma fue sobrevolada durante toda la tarde
por los aparatos cisterna, que recargaron agua en la bahía y
también en la playa de Portals Nous, ante la atónica mirada de los
bañistas. Cerca de cuarenta excursionistas que disfrutaban de un
día en la montaña fueron desalojados de la reserva natural de es
Galatzó, que resultó afectada en un lateral, y el centro neurálgico
del gran dispositivo se ubicó en Galilea, a donde se dirigieron con
asombrosa voracidad las llamas.
La Guardia Civil cortó las carreteras de Puigpunyent y es
Capdellà hacia Galilea y evacuó a numerosos vecinos y turistas que
habían quedado atrapados. Los helicópteros repostaron en las
piscinas de algunos chalets, dada la gravedad de la situación, y el
coordinador de la información a la prensa, Jordi Casasnovas,
destacó que se habían vivido escenas de gran angustia y emoción.
Este portavoz aseguró que «a falta de un perímetro definitivo» las
llamas habían devastado «más de 50 hectáreas», aunque la Guardia
Civil insistió en su estimación: más de 100. Sea como fuere,
Galaztó y Galilea, parajes privilegiados, vivieron ayer uno de sus
peores días.
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