Los hechos ocurrieron ayer por la mañana en este establecimiento hotelero de Sant Antoni. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

J. J. MONERRI Creía que podía volar. Esta fue la razón por la que un joven británico se arrojó ayer por la mañana desde un sexto piso de un establecimiento hotelero de Sant Antoni en una acción que le costó la vida. El fallecido se encontraba en compañía de un grupo de turistas que celebraban su particular «fiesta» en una habitación cuando les anunció su intención de lanzarse al vacío.

Al menos otros dos turistas han muerto durante este verano en la isla en circunstancias similares a las ocurridas ayer, todavía lejos de las cifras que se registraron en temporadas pasadas en donde en un sólo verano perdieron la vida una decena de jóvenes que bien intentaron lanzarse a una piscina desde una altura considerable o bien pasar de un balcón a otro cuando se hallaban acompañados de otro grupo de personas. No se descarta que las víctimas se hubieran visto inducidas a actuar de esa manera al encontrarse bajo los efectos de un alto estado de ebriedad o de sustancias estupefacientes.

El joven que falleció ayer sobre las diez de la mañana anunció que estaba dispuesto a volar. En ese caso no buscó ni siquiera la protección de la piscina de estas instalaciones turísticas, como ha ocurrido en ocasiones anteriores. El turista se arrojó al vació por una habitación que da a la parte trasera del inmueble.