El polémico muro de esta calle fue derribado. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

J.J.MONERRI Conseguir información de primera mano de lo que ocurría dentro de sa Penya. Este ha sido el principal objetivo de la primera fase de la «Operación Esperanza», cuyo dispositivo de vigilancia externa se disolvió paulatinamente con la llegada del verano al establecerse en Comisaría nuevos servicios por el inicio de la temporada turística. El cerco a la droga en este barrio durante los seis primeros meses de operativo ha permitido conocer en un altísimo porcentaje la realidad de lo que ocurre en su interior. La policía ha controlado durante este tiempo más de cincuenta posibles puntos de venta, limitando con su presión en un alto grado la actividad de los traficantes.

El dispositivo también ha permitido realizar un censo bastante exacto del número de toxicómanos que frecuenta el barrio. La observación en todas estas zonas y en los movimientos de los toxicómanos se ha traducido en su conjunto en una información vital para conocer en profundidad la complicada trama de los traficantes y sus sistemas. Esta información se prevé que dará buenos resultados en el desarrollo de una segunda fase, preparada para presionar todavía más a los traficantes pero ya exclusivamente desde el interior del barrio, según explicó días atrás el director insular, Luis Carlos Fernández Tejerina. Representantes vecinales mostraron de igual manera a este periódico su preocupación porque sa Penya recupere la «normalidad» en el intervalo de una fase y otra.

Tejerina, en este sentido, aseguró que Comisaría en ningún momento abandonará durante estas semanas la vigilancia en el interior del barrio hasta que se pueda aumentar la presión con la llegada de la segunda parte del plan.

La policía, durante los dos primeros meses, realizó una decena de detenciones directamente ligadas con las operaciones de los clanes que controlan la droga. Algunas detenciones tuvieron lugar en otras zonas de la ciudad, anticipando uno de los objetivos del operativo: lograr que los traficantes salieran de lo que consideraban sus «zonas seguras». Además, también se interceptaron a dos «correos» a su llegada al aeropuerto. Sin embargo, nunca se lograron aprehensiones importantes de droga.