Filippo Mosca, en una playa de Ibiza. | GoFundMe

Después de un largo y difícil período de detención en Rumanía, Filippo Mosca, un joven de 30 años y natural de Sicilia, ha sido trasladado a Italia, donde cumplirá el resto de su condena en la prisión de Viterbo. Su caso, marcado por la controversia y las denuncias sobre las condiciones de su encarcelamiento, ha generado gran atención mediática y preocupación por los derechos humanos en el sistema penitenciario rumano

En Ibiza era propietario de un conocido restaurante, pero todo se vino abajo a raíz de un viaje que hizo con su novia a Rumanía. Mosca fue arrestado en mayo de 2023 junto a su amigo Luca Cammalleri y otra persona cuya identidad no ha sido revelada. La detención ocurrió tras la recepción de un paquete en su hotel durante el festival Sunwaves en Rumanía, el cual contenía sustancias ilegales. Desde el inicio, la defensa ha sostenido que Mosca desconocía el contenido del envío y que fue víctima de un error judicial. Sin embargo, un tribunal rumano lo condenó a 8 años y 3 meses de prisión por tráfico internacional de drogas.

Un calvario en cárceles rumanas

Inicialmente, Mosca fue recluido en la prisión de Porta Alba, en Costanza, donde vivió en condiciones difíciles. Posteriormente, en julio de 2023, fue trasladado a una prisión de Bucarest.

Durante este tiempo, su madre, Ornella Matraxia, lideró una incansable lucha por su liberación, convencida de su inocencia y denunciando las injusticias del sistema judicial rumano. A pesar de los repetidos intentos de la defensa por lograr su arresto domiciliario, las autoridades rumanas rechazaron en varias ocasiones la solicitud, prolongando su estancia en condiciones extremas. Durante este proceso, su familia se vio obligada a mudarse temporalmente a Bucarest con la esperanza de mejorar su situación, aunque sin éxito.

Esperanza en Italia

El reciente traslado de Mosca a Italia ha sido recibido con alivio por sus allegados. Su madre expresó su felicidad al saber que su hijo podrá continuar su condena en condiciones más dignas y, sobre todo, en un entorno donde podrá comunicarse en su idioma. Sin embargo, lamentó que en la prisión de Viterbo solo podrá hablar con él por teléfono 10 minutos a la semana, a diferencia de Rumanía, donde las llamadas diarias le permitían sentirse menos solo.